OPINIóN
Actualizado 28/10/2015
Mª del Carmen Prada Alonso

Hace unos días las redes sociales se llenaban de burlas y protestas por los dos últimos FPs que ha ideado el Gobierno. Uno de ellos, el de banderillero, no me merece gastar ni una letra. El otro, el de tareas del hogar, sí.

Lo primero que quiero reseñar es que un FP es un curso que tiene como fin la formación de futuros trabajadores en una determinada materia, encaminada a ejercer una profesión. Eso es un FP.

El empleo en el sector del servicio doméstico ofrece un amplio campo, en auge actualmente por la necesidad que hay en muchos hogares de una ayuda para realizar las tareas de la casa, ya que en muchos casos trabajan los dos, o los singles, e incluso en el de las clases más altas, que no dan palo al agua en el hogar porque se lo pueden permitir. Internas, asistentas, mayordomos, doncellas, etc., que precisan de una formación, claro que sí, para poder ejercer estos trabajos.

Por lo tanto, las salidas de tono degradando este FP me parece cuanto menos, incomprensible.

Intuyo que estas voces no han captado la idea y en cuanto han leído Tareas del hogar se les ha revuelto el gallinero, vaya usted a saber por qué, y han ido ciegos al ataque como si el FP fuera destinado a las desgraciadas e infelices (para ellos) amas de casa

Pues una vez aclarado que el FP de tareas del hogar es para trabajar en una profesión muy digna y con amplia demanda, voy a la segunda parte:

¿Y qué si fuera para formar a los ciudadanos de cómo se lleva una casa? ¿Y qué?

Vivamos como vivamos, trabajemos fuera o no, nadie nos libramos de tener que atender nuestros hogares, con o sin ayuda, con asistencia pagada de trabajadores domésticos o no.

No hay que tomarse a la ligera los conocimientos y responsabilidades que esta tarea conlleva. El hecho de tener un hogar implica un exhaustivo número de funciones a desempeñar, y mal va quien no tenga la preparación suficiente para realizarlas correctamente.

Sólos o con familia, debemos tener conocimientos de la alimentación adecuada, distinguiendo lo que beneficia o perjudica la salud, una higiene correcta para el desarrollo de una vida saludable, llevar una economía con la que organizar el reparto de ingresos y gastos de forma coherente, que impida peligrosos desequilibrios, nociones de primeros auxilios teniendo en cuenta el importante número de accidentes domésticos que se producen, tener bases de psicología para resolver de la mejor manera posible los conflictos que se generan en toda convivencia, y en el caso de haber niños, estar preparados para atender también sus necesidades emocionales y de desarrollo psíquico en las diferentes etapas de su crecimiento.

Hay muchas más parcelas en un hogar que requieren preparación, así que si tenemos en cuenta estas necesidad de conocimientos, debiera ser hasta obligatorio hacer cursos de este tipo antes de decidirse a formar un hogar.

Me han asombrado los comentarios de indignación, los insultos, la manera exacerbada de despreciar las labores del hogar. ¿Esta gente no vive en casas?¿No tienen cuenta bancaria, ni hipotecas, ni compras a plazos?¿No se alimentan, ni utilizan el baño, ni enferman?¿Pasan del cuidado de los hijos?

En estas extrañas reacciones sociales se producen contradicciones dignas de ser analizadas por expertos. Ahora resulta que ser puta es muy digno, pero ser amos de casa es una vergüenza.

Como decía mi madre ¡Ay mundo, mundo!

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