OPINIóN
Actualizado 27/10/2015
José Javier Muñoz

Intercambiando datos sobre la colonización de América con el escritor santanderino Javier Tazón, el autor de El cartógrafo de la reina me hizo notar que en sus enfrentamientos con los indios los españoles utilizaron perros como refuerzo de las armas. Tazón me lo contaba así, aludiendo a una película de Icíar Bollaín titulada "También la lluvia": "En la película de Icíar me sorprendió, entre otras muchas cosas, la presencia de los perros alanos en la conquista, arma poderosa de los europeos en aquellas tierras. He investigado algo este asunto y parece que no se trataba de un mero instrumento accesorio de la conquista sino, quizás, de la más poderosa arma de su época en el Caribe. Ten en cuenta que en Cuba, por ejemplo, los canes de los tainos no ladraban y que, en el resto del Caribe, eran de tamaño chico, ratoneros casi. ¡Cómo se sorprenderían aquellos indios frente a los colmillos de nuestras mascotas! Además, imagina la peste que tendría que ser atravesar el Atlántico con los dichosos perritos clamando por tierra día y noche. Eran sus ladridos, más que los graznidos de los alcatraces o los del oleaje chapaleteando sobre el casco, los amables sonido de los mares paradisíacos recién descubiertos, el bucólico clamor de la 'conquista'."

        Cierto. Sólo imaginar el agobio de los ladridos en los barcos se eriza el cabello, así que no es difícil suponer el pánico de los indígenas ante semejantes perrazos. Le respondí con mis propias indagaciones, porque la participación de los alanos en la conquista está bastante documentada. Sin duda, aquellos perros matarían a muchas personas pero obviamente no pudieron causar un "genocidio". Según un estudio de Sergio Grodsinsky, cuando los españoles comenzaron a usar canes como arma de guerra habían transcurrido dos años y medio desde la llegada de Colón: "El 24 de marzo de 1495 dentro de las Antillas [La Española, actual Santo Domingo] se desarrolló la primera batalla frente a los indios caribes comandados por el cacique Caonabo. El hermano de Cristóbal, Bartolomé Colón, empleó 200 hombres, 20 caballos y 20 perros como fuerzas españolas. Fue el debut de los canes en la Conquista".

       Existen alusiones a perros de guerra desde la antigüedad y en numerosos lugares del mundo: babilonios, asirios, romanos, galos... En el siglo veinte se intensificó esa práctica hasta el punto de que Rusia adiestró para la segunda gran guerra hasta 50.000 canes, de los que se sirvió de muy diversas maneras: "El ejército ruso entrenó también perros suicidas durante la Segunda Guerra Mundial. Los perros eran cargados con explosivos y entrenados para buscar alimento bajo los tanques; un dispositivo era conectado a sus mochilas, que al accionarse causaba una explosión capaz de cortar el bajo vientre de los tanques. En un día solo, en el sector de Izyum, estos canes destruyeron nueve tanques y dos coches blindados. Así que, temidos por los alemanes, tan pronto como oían los ladridos y veían los perros corriendo, giraban frenéticamente sus tanques y volvían hacia sus propias líneas, ya que tenían experiencia sobre lo que les esperaba". (*)

     El hecho de que proliferen en España las descalificaciones, condenas y jeremiadas contra la conquista de América, incluida la mencionada película de Bollain, no hace sino confirmar el aserto del poeta Joaquín Bartrina: "Oyendo hablar a un hombre, fácil es acertar dónde vio la luz del sol: si os alaba Inglaterra, será inglés; si os habla mal de Prusia, es un francés, y si habla mal de España, es español".

(*): www.universoanimal.com/historiaperros.htm.

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