OPINIóN
Actualizado 26/10/2015
Jotamar

La otra mañana, era sábado y fiesta nacional, me perdí andando por las calles de esta ciudad de doradas piedras; como siempre, ni tenía rumbo ni dirección determinada, me iba en ese inveterado vicio mío de andares y descubrimientos. Y comencé mis observaciones en Azafranal, donde se asientan unos toros que ya pastaron muy quietos  allá por el 2002, cuando Salamanca fue Capital Cultural de Europa. La verdad es que lucen bonitos, nos señalan la tradición ganadera de esta provincia y son motivo de jolgorio para nuestra chavalería; lástima que, como tan frecuentemente ocurre, pasten también en plazas, rúas y lugares una singular tropa de especímenes de dos patas cuyo placer y regodeo en su tiempo libre, deben de ser todas las horas del día, es ante todo y de forma continuada cocear papeleras, postes, árboles y bancos. Y como consecuencia de sus vandálicos actos, el primer animal que con nadie se metía a la entrada de la calle, apareció sin cabeza. Desalmados e irrespetuosos borregos.

En la plaza de Anaya, junto a la gran secuoya que plantó don Pablo Beltrán en 1976, un matrimonio gallego con su vástago en silla de ruedas, desgraciado accidente, me preguntó por San Esteban, una de las más hermosas portadas platerescas del mundo. Allá se vislumbra, bajando por la cuesta dedicada a Alonso Fernández de Madrigal, el Tostado. Antes de esperar su agradecimiento me apresuré a decirles: si me lo permiten les acompaño, tendremos que dar un rodeo, la plaza está cerrada barreras arquitectónicas en forma de escaleras y técnicos y ediles sin querer enterarse. Pero ganaremos admirando maravillas. Y allá nos fuimos por Tavira, por Libreros y su museo de San Millán, la Fonda Veracruz y la puerta de Aníbal; al poco, que decían en mi pueblo, Casa Lis, la grandeza del Patio Chico, donde se aúna dos catedrales; el huerto de los enamorados, Calixto y Melibea; después por Carvajal, con la Cueva de Salamanca y la Torre de Villena, y al final Concilio de Trento y el esplendor de los Dominicos. Pudimos ir más rápidos, por Palominos, pero no es lo mismo. Barreras, haberlas haylas.

Jotamar

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