Silvia Gil Pérez es una maquilladora y caracterizadora muy joven, pero con las ideas muy claras.
Estudió Estetica y y a continuación se fue a ampliar sus estudios a Madrid donde descubrió el arte de maquillar y caracterizar personas.
Disfruta con su profesión a la que se dedica como free lance, ya que le permite ser dueña de su propio negocio y le da libertad para crear y trabajar como ella quiere.
Su sueño es llegar a trabajar fuera de España, para unos grandes estudios como los Universales, o la Fox de Los Ángeles. Le gustaría ser reconocida por su manera de entender el arte y la originalidad en la caracterización de sus personajes, pero de momento dice que tiene los pies sobre la tierra y aprovecha todas las ofertas que se le presentan en Salamanca y en otras provincias.
Silvia es una mujer creativa , con mucha energía que la traslada a sus trabajos. Hace que la persona a la que está maquillando se sienta cómoda e importante. Destaca al máximo las facciones bonitas y disimula las menos favorecedoras obteniendo excelentes resultados.
Realizó un Máster de maquillaje social y descubrió el racial, el de época, el de día, de tarde, de noche, para piel madura, para fotografía, y se enamoró de su profesión. Aunque me comenta que es el maquillaje terapéutico el que sin duda más le ha impactado por el beneficio que produce en el estado de ánimo de la persona que bien sufre una enfermedad como puede ser un cáncer, o que sencillamente quiere disimular una cicatriz producida en un accidente.
La satisfacción que le produce ver a las personas cuando finaliza su trabajo y cómo consigue que en muchos casos al mirarse al espejo suba la autoestima del cliente, sin duda es la mejor recompensa.
Utiliza las ténicas de pincel y aerógrafo. Una caracterización suele llevarle muchas horas de trabajo, pero como ella misma reconoce disfruta mientras crea y maquilla.
Aunque trabaja por su cuenta está abierta a otras ofertas y ha trabajado para grandes diseñadores como: Irene de la Cuesta o Sergio Rodríguez en sus eventos de moda.
Ha trabajado en Lisboa y Madrid, dos capitales a las que no le importaría trasladarse en un futuro por las posibilidades que le aporta e incluso crear allí su propia escuela de maquillaje.
La parte oscura de su situación es la gran competencia que existe, pero poco a poco va haciendo su propia cartera de clientes a los que sin duda dejará plenamente satisfechos con su trabajo.
Desde estas líneas deseamos a Silvia que cumpla todos sus sueños y que muy pronto veamos su nombre en la lista de las películas más famosas.