La verdad es que la palabra "pesebre" es un poco fuerte para comentarla. Pero siempre puede encontrársele un significado amable. Así si la ponemos en la frase "el pesebre de Belén", en el que reposa el Niño Jesús en la cueva o el establo aquel donde estaba con su padre y su madre y ¡qué maravilla! con el burro y la vaca, vamos que suenan las campanas de la Navidad. Y vemos ya puestos en el escaparate los turrones, mazapanes y huevos de chocolate. Pero yo quería hablar de otro pesebre: en el que se echa de comer al ganado. Y ese sí que es pesebre de verdad, pero también puede usarse en sentido metafórico. Antes, cuando yo era joven, eran unos cajones de madera, o unas pilas de cemento donde se le ponía la paja y el grano a los bueyes, burros? y otras acémilas. Por eso había un pesebre en el portal de Belén, para que comieran los animales, que dicen que tenían la misión de calentar al Niño con calor animal, claro. Supongo que a este pesebre se refería un político cuando hablaba de otro político, o mejor en este caso de una "política" tránsfuga, que lo es dice el político para prepararse el pesebre. Y en este caso el pesebre equivale al escaño del Congreso de los diputados, que no comen en el escaño sino del escaño. Parece que es lo que pretende la señora política de marras; que se pasa de un partido a otro para asegurarse un pesebre, quiero decir un escaño. Y si fuera sólo un político o una política la que busca un escaño-pesebre? Pero en esta época de comicios podemos sospechar que son muchos más los que andan buscando un pesebre, digo un escaño.