Cuando corres en grupo tus compañeros te prestan sus piernas o tu se las prestas a ellos, según se de el caso
Quien siga mis reflexiones de los lunes sabrá que soy uno de esos aficionados al running (a correr si lo prefieren) y que me siento parte de un grupo de buenas personas que se juntan los domingos para compartir afición durante algunos kilómetros, además de buena conversación y de muy buen humor.
El grupo es dispar en edad, profesiones, estilos personales, y un largo etcétera de diferencias que nos unen y enriquecen cada semana, y alguna vez que otra, porque no decirlo, también nos cabrea.
Ayer compartimos una competición en la que de nuevo lejos de competir nos hicimos más grupo, corrimos los poco más de 21 kilómetros de la XXXII Media Maratón de la Diputación de Salamanca, al mismo tiempo que en la capital charra otras miles de personas se unía también para competir juntos contra el cáncer.
Unas veces te encuentras mejor que otras, pero cuando corres en grupo tus compañeros te prestan sus piernas o tu se las prestas a ellos, según se de el caso, eso me ocurrió ayer a mí y durante los dos tercios de la carrera corrí con la piernas de mi compañero Miguel Ángel, que luego se las quedó para él y siguió adelante, poco después otro corredor, esta vez no de mi grupo, de hecho no nos conocíamos de nada, se quedó a mi altura y continuamos juntos:
-Has guardado fuerzas para el final.- le dije - sigue adelante?
Pero se quedó a mi lado y me prestó sus fuerzas para el último tramo, llegando a meta nos abrazamos y nos dimos la enhorabuena, mi sorpresa fue cuando él me dijo:
-Gracias por tirar de mí, no lo habría hecho sin ti
Yo venía varios kilómetros pensando en que estaba ocurriendo lo contrario
Echando un vistazo a las galerías de fotos que colgaron ayer encontré una foto de los dos, justo unos metros antes de la meta, no tenemos buena cara ninguno, al menos yo, pero les aseguro que fue un buen momento y que correr está muy lejos de competir.