OPINIóN
Actualizado 18/10/2015
José Román Flecha

El día 24 de septiembre de este año 2015, el Papa Francisco se convirtió en el primer Pontífice que ha hablado ante el Congreso de Estados Unidos de América.  Humildemente atribuyó la invitación al hecho de ser un hijo de ese gran continente, consciente de que "cada hijo o hija de un país tiene una misión, una responsabilidad personal y social".

Para comenzar, recordó que los políticos y legisladores  "están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común". Como Moisés, han de  mantener la conciencia de unidad por medio de leyes justas y proteger la imagen y semejanza plasmada por Dios en cada vida humana. 

 En su discurso evocó la figura de Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton. "Con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo" y aportan todavía una manera de ver y analizar la realidad. 

Del Presidente Abraham Lincoln, el defensor de la libertad,  dedujo el Papa la necesidad de "combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico". La verdadera política tiende a proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas y a superar la tentación de dividir a los hombres en buenos y malos, en justos y pecadores.

 Recordando a Martin Luther King y su sueño de libertad, evocó la colonización antigua, las inmigraciones recientes y la actual crisis de los refugiados. Otra tentación contemporánea es la de descartar todo lo que moleste. Frente a ella la regla de oro nos lleva a buscar para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros, a custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo y a llegar a abolir la pena de muerte.

Al nombrar a la Sierva de Dios Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico, subrayó el Papa que "su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los  santos". Su ejemplo nos recuerda que "la lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan".

Además, citó el Papa al monje cisterciense Thomas Merton, "un hombre de oración, un pensador que desafió las certezas de su tiempo y abrió horizontes nuevos para las almas y para la Iglesia, que fue también un hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones". Su figura nos lleva a condenar el incremento y la venta de armas.

Así pues, estas cuatro personas representan cuatro importantes sueños: "Abraham Lincoln, la libertad; Martin Luther King, una libertad que se vive en la pluralidad y la no exclusión; Dorothy Day, la justicia social y los derechos de las personas; y Thomas Merton, la capacidad de diálogo y la apertura a Dios".

José-Román Flecha Andrés

RESCATE Y SERVICIO

 

"Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos". Así concluye la primera lectura que se proclama en la misa de hoy. Es un texto poético, tomado de uno de los cantos del Siervo de Dios (Is 53,10).

Algunos han pensado que el poema se refería a todo el pueblo de Dios. Y otros lo han atribuido a un personaje misterioso que se nos presenta como un elegido por Dios. Es un profeta y un enviado a anunciar a su pueblo la salvación.

Pero el profeta no se limitará a anunciar de palabra la salvación. No es un teórico ni un propagandista de sueños imposibles. Es un comprometido. Él mismo rescatará a su pueblo de la tiranía de la maldad, cargando personalmente con el peso y la ignominia del mal.

 

LA PRETENSIÓN

 

Ese mismo aliento aparece al final en el evangelio de este domingo (Mt 10, 35-45). Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercan a Jesús y le manifiestan abiertamente sus pretensiones: "Maestro queremos que hagas lo que te vamos a pedir".

Ya nos llama la atención la misma fórmula que emplean. Espontáneamente recordamos que María se ofrecía para aceptar y cumplir la voluntad de Dios. Estos discípulos, por el contrario, quieren imponer su propia voluntad al Señor.

Y su voluntad está clara: alcanzar un puesto de poder y de prestigio. Sentarse en los puestos privilegiados para compartir la gloria de su Maestro, aun sin saber exactamente que el camino de su Señor pasa por la aceptación de un cáliz de amargura.

Junto a la pretensión de los hijos de Zebedeo nos llama la atención  la indignación y las críticas de los otros diez discípulos. No pueden soportar que otros expresen abiertamente lo que todos ellos ambicionan en secreto. Ese es el mecanismo de todas las críticas del mundo. 

 

LA LECCIÓN

 

Pero Jesús no desaprovecha la ocasión para exponernos a todos el camino del verdadero discípulo y el sentido último de la vida y misión de su Maestro:

? "El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos". En este mundo, la grandeza se mide con frecuencia por el número de personas que quedan por debajo de los que triunfan. Para el Evangelio, la grandeza de un discípulo se mide por el número de personas a las que sirve y por la sinceridad del servicio.

? "El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos". En este mundo, los libertadores imponen su voluntad. Los que dicen traer la justicia, suelen ajusticiar a quien no piensa como ellos o no colabora con sus imposturas.  Para el Evangelio, sólo rescata del secuestro quien se entrega para liberar a los secuestrados.

- Señor Jesús, te reconocemos como nuestro Maestro y nuestro Señor. Como Maestro nos has enseñado la grandeza del servicio a los demás. Y como Señor, nos rescatas cada día haciéndote siervo y esclavo de todos. Bendito seas por siempre. Amén.

José-Román Flecha Andrés

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