OPINIóN
Actualizado 18/10/2015
Paco Blanco Prieto

La sinrazón se llevó por delante el siglo de plata español

La guerra incivil y la posterior represión de los vencedores, dieron un hachazo en el tallo de la floreciente cultura española, cortando de raíz el esperanzador siglo de plata español, apagando con ronquidos la nueva ilustración española y arrojando borrones de tinta negra sobre las páginas de escritores que lloraron lágrimas de sangre por los rincones carcelarios, fosas comunes y penosos exilios.

La represión física, económica y política de los vencedores, alcanzó a médicos, intelectuales, pintores, cómicos, escultores, políticos, trapecistas, fontaneros, artistas y churrero. Pero se cebó especialmente con los literatos, quedando silenciados poetas, dramaturgos, novelistas y periodistas, que rodaron por el suelo a manotazo limpio, sin opción de recibir los certificados de buena conducta que emitían los jefes locales de Falange y curas parroquiales.

En 1936 coincidieron tres generaciones de brillantes escritores, que procedían del 98, del 14 y del 27, formados muchos de ellos en la Institución Libre de Enseñanza de don Paco Giner en 1876;  becados por la Junta de Ampliación de Estudios de 1907, con Cajal a la cabeza; y colegiales de Fraud en la Residencia de Estudiantes de 1910.

Muchos intelectuales de la pluma fueron condenados al silencio frío, húmedo y pestilente de las cárceles, como le sucedió al dramaturgo Buero Vallejo, y a los poetas Jorge Guillén, José Hierro y Miguel Hernández, por citar unos ejemplos, enfermo este último de bronquitis primero, herido de tifus después y apuntillado de tuberculosis finalmente, en una celda alicantina.

Otros escritores tomaron el camino del exilio, como fueron los casos de Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Max Aub, Ramón J. Sender, Arturo Barea, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Emilio Prados, Manuel Altolaguierre, Paulino Massip, José Bergamín, Jiménez Fraud, Antonio Machado, Ramón Pérez de Ayala, Corpus Barga, Salvador de Madariaga, María Zambrano, Pedro Garfias, María Teresa León, Moreno Villa, Francisco Ayala, Rosa Chacel, Enrique Díez Canedo y otros muchos.

Y, por último, algunos fueron, simplemente, asesinados como le ocurrió a Lorca, José María Hinojosa, José María Alvariño y Manuel Ciges Aparicio, citando solamente algunos de ellos.

A todos los escritores republicanos represaliados, rendimos hoy homenaje de afecto, respeto, admiración y reconocimiento por las redentoras páginas que nos dejaron escritas como testimonio de su paso por la vida. 

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