OPINIóN
Actualizado 17/10/2015
Antonio Colinas

Me he dejado caer

con la lentitud

de la última hoja de un árbol,

como la lluvia cae

sembrando de ternura el pinar.

 

Me he dejado caer

sobre el suelo, derrotado

no por el mundo

sino por la música.

Y, cayendo, me siento ascender

como un agnus dei o como un ángelus.

 

Abatido estoy en el vacío

de una paz sublime

mientras mi ser no cesa

de trazar círculos de silencio

sobre las lagunas serenas,

sobre el humo de los tejados,

por el espacio celeste.

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