SOCIEDAD
Actualizado 17/10/2015
Redacción

La resonancia mediática del escrito del Papa puede servir para romper "el tópico de que conseguir la declaración de nulidad de un matrimonio es cosa de ricos"

La reciente reforma propiciada por el motu proprio papal sobre los procesos de tramitación de las nulidades matrimoniales "no es un divorcio, porque el matrimonio es indisoluble, es doctrina, es un sacramento indisoluble", ha afirmado el Papa Francisco. "Y se puede decir que aquellos que piensan en el 'divorcio católico' se equivocan porque este último documento ha cerrado la puerta al divorcio que podía entrar por la vía administrativa", ha justificado el Papa al explicar su decisión de simplificar los trámites para obtener la nulidad de un matrimonio celebrado por la Iglesia. Para hablar de éste y otros temas, entrevistamos a Casimiro Muñoz, Vicario Judicial de la Diócesis de Salamanca.

Procesos de nulidad más ágiles y más baratos, propone el Papa Francisco? Como Vicario Judicial de la Diócesis de Salamanca, ¿qué opinión te merece esta iniciativa? ¿Hay letra pequeña en esta reforma?

La carta apostólica firmada por el Papa Francisco el pasado 15 de agosto de 2015 (aunque se hizo pública el 8 de septiembre), referida a los procesos de nulidad matrimonial, es el resultado de un profundo estudio que ha realizado un grupo de expertos que el Papa Francisco constituyó hace algún tiempo (presididos por el Decano de la Rota romana) con el encargo de reformar la normativa referida a este asunto. Como el mismo Papa explica al comienzo del "motu proprio", la indisolubilidad de matrimonio canónico constituido como tal sigue vigente, como no podría ser de otra forma. Sin embargo el Papa Francisco creyó necesaria una reforma de la normativa, principalmente porque constata que muchas personas, queriendo obrar en conciencia en este asunto, "demasiadas veces son disuadidos por las estructuras jurídicas de la Iglesia a causa de la distancia física o moral". Además el Sumo Pontífice señala que la mayoría de los obispos reunidos en el reciente Sínodo extraordinario de 2014 pidieron "procesos más rápidos y accesibles". No se trata, pues, de favorecer la nulidad, sino la celeridad de los procesos y la simplificación de los mismos.

Si los procesos de nulidad llegaran a ser gratuitos, como plantea el Papa Francisco, ¿quién pagaría estos costes: las diócesis?

El Papa indica que han de ser las Conferencias episcopales de cada país quienes "deberán procurar, en la medida de lo posible, sin perjuicio de la justa y digna remuneración de los operadores de los tribunales, que quede asegurada la gratuidad de los procedimientos". Habiendo sido publicada la carta apostólica hace prácticamente unos días y cuando aún no ha entrado en vigor (comenzará a ser normativa el día 8 de diciembre de 2015), habrá que dar tiempo a que la Conferencia episcopal española -en nuestro caso- determine la concreción de este y otros asuntos que le competen.

Actualmente, ¿cuánto es el tiempo que se espera por un proceso de nulidad matrimonial en nuestra Diócesis de Salamanca?

Cada proceso es único como lo son las personas, motivo por el que unos van más rápidos y otros menos. Podríamos decir que la media hoy en día en nuestra diócesis es que el proceso dure poco más de un año, salvo casos excepcionales. Luego ha de enviarse al tribunal metropolitano de Valladolid y suele demorarse allí -si no hay complicaciones- más de seis meses. Lo normal, pues, es que desde que se comienza un proceso hasta que se termina haya un intervalo de dos años, al menos.

¿Y cuánto es el dinero que se abona?

En cuanto al coste económico que conlleva, hay que hacer varias puntualizaciones. En primer lugar delimitar claramente y distinguir las tasas del tribunal eclesiástico de las que puedan cobrar los abogados, procuradores y peritos. En lo referente al tribunal propiamente dicho, que para cada causa está integrado por tres jueces, el defensor del vínculo y el notario, conviene advertir que ninguno de ellos "cobra" por su trabajo estrictamente hablando. En nuestro tribunal los jueces, el defensor del vínculo y los notarios son todos sacerdotes, por lo que perciben para su congrua sustentación como cualquier otro sacerdote, independientemente de su oficio. El proceso, sin embargo, conlleva un coste material, importante en ocasiones: despachos y salas, ordenadores, papel oficial, copias y fotocopias, envíos certificados (a España o al extranjero), exhortos a otras diócesis (a las que hay que pagar su trabajo), traducciones de documentos, encuadernación de las actas, envío al Tribunal de apelación, etc.

A pesar de todo esto, uno de los principios por el que nos hemos venido rigiendo desde hace muchos años en nuestra diócesis es que "el que carezca de medios económicos para sufragar las costas judiciales en todo o en parte, gozará de la exención total o parcial de las mismas" (Boletín Oficial del Obispado, año 1997, p. 159). Nuestro tribunal sigue hoy con las mismas tasas que se establecieron en el año 2004 y no se han incrementado en estos últimos once años por expreso deseo de nuestro Obispo. Desde esa fecha, el coste máximo que puede suponer un proceso en primera instancia son 811,50 euros. Y decimos coste "máximo", pues en la mayoría de los casos se reducen las costas valorando la situación económica de cada persona o se tramita todo el proceso de forma gratuita.

¿Cómo afectaría esta reforma a la composición de los Tribunales eclesiásticos y al papel de los propios Obispos?

La normativa que el Papa ha reformado contempla la posibilidad de que algunos procesos de declaración de nulidad matrimonial sean juzgados por el mismo Obispo o por un sacerdote delegado suyo, asesorado por dos expertos que pueden ser laicos (hombres o mujeres). También se admite la posibilidad de que en el tribunal de tres jueces que normalmente han de juzgar las causas de nulidad pueda haber dos laicos, que pueden ser hombres o mujeres, debidamente titulados en derecho canónico. El papel del Obispo con esta nueva normativa en realidad tiene más peso, pues al no ser obligatorio el recurso a la segunda instancia, él habrá de estar atento a que se lleven adecuadamente los procesos. Y esto lo señala expresamente el Papa en su carta apostólica.

¿Crees que medidas como ésta ayudarán a cambiar la idea que mucha gente tiene sobre el "negocio" de las nulidades matrimoniales?

La resonancia mediática que parece ha tenido el escrito del Papa, efectivamente puede que sirva para desterrar de una vez el tópico de que conseguir la declaración de nulidad de un matrimonio es cosa de ricos y un proceso reservado a las élites sociales. No es así y lo cierto es que sólo se conocen, en ocasiones, procesos que han instado personas relevantes, pero no se conocen la mayoría de los casos que atañen a personas normales y corrientes, a gente sencilla de nuestra diócesis.

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