OPINIóN
Actualizado 16/10/2015
Félix López

"Nos conocimos por azar, y la primera noche acabamos en la cama. Todo fue bien hasta que nos desnudamos y nos echamos en la cama. En ese momento, él, sin más, cuando yo no estaba ni siquiera excitada, me penetró y eyaculó al momento. Después, se durmió inmediatamente, sin decir nada. Fue una experiencia desagradable. Me levanté y me fui a llorar la baño. Después, me vestí y me marché sin despedirme"

No es infrecuente que las relaciones sexuales sean precipitadas y sin tomar en consideración a la pareja. Es una de las quejas más frecuentes que he escuchado a las mujeres casadas en charlas de barrio o en los pueblos, expresada en mil formas que el lector conocerá bien: "aquí te cojo aquí te mato", "el cariño dura mientras dura dura", etc.

También entre los jóvenes, en relaciones sin compromiso, es frecuente que, especialmente los hombres, se planteen las relaciones como una descarga de tensión sexual placentera, olvidándose de la mujer que tienen entre los brazos. Un planteamiento individualista en el que predominas la idea de que cada uno debe velar por sus intereses, su placer; el placer y el bienestar del otro es su problema.

Es verdad que, a diferencia de la vulneración de la ética del consentimiento de la escribíamos en la columna anterior, en este caso no se trata de un problemas  ético y penal (como en el abuso, la violación, el acoso, etc.), una forma grave de maltrato sexual perseguido por la ley. Pero no es menos cierto que es unas falta grave de ética, de lo que hemos llamado ética del placer y el bienestar compartido: sentirse responsable, concernido, motivado para compartir el placer y el bienestar. Es un principio ético basado en la emoción empática, la capacidad paras ponerse en el lugar del otro y compartir sus emociones, la tendencia a no causar daños evitables, escuchar, consolar y ayudar al otro.

En las relaciones sexuales y amorosas es un principio fundamental, que beneficia a ambos, mejora las relacionas de pareja, ayuda a conseguir el logro de la intimidad, seguramente el contenido más valioso y fructífero en las relaciones sexuales y amorosas.

Este principio lo formulamos así: Cuando dos personas tienen relaciones sexuales-amorosas no solo es bueno que  uno/a busque su propio placer, sino que también debe ocuparse e intentar que el otro/a disfrute y quede satisfecho/a en la relación.

Es la ética del buen corazón empático motivado para compartir placer y bienestar.

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