Rastrillamos en la neblina de la memoria, encontrando, misterio, historia y leyenda. Guiados por "el bardo" vamos a conocer "La Cueva de Salamanca"
La iglesia de San Cebrián fue eregida por los francos, llegados a Salamanca de la mano de D. Raimundo de Borgoña, juntamente con gallegos y extremeños, con la finalidad de repoblar estas tierras, que debido a la gran peste, habían quedado diezmadas.
Iglesia de arte románico, aunque -no puro- ya que al ser camino de Santiago recoge las influencias de varios estilos, descansa sobre niveles arqueológicos romanos, goza de un marcado Bastión, sobre el que se levanta la Torre de Villena; orientado al sur estaba el cementerio, que se extendía hasta el Seminario de Carvajal.
Las excavaciones dejaron al descubierto sepulcros con diferente morfología; adultos, infantes, fosas simples, algunos de sillería con hueco para la cabeza; todos ellos cubiertos por "lojas de pizarra".
En los siglos XII y XIII, la actividad de la ciudad estaba en el Azoque Viejo, zona que iba desde la Iglesia de S Cebrián y S. Sebastián, para terminar en La Catedral Vieja. El posterior desplazamiento comercial hacia la Iglesia de S. Martín, y el dominio del Cabildo, desde la Catedral, hasta la muralla, supuso el ocaso de la Iglesia de S. Cebrián.
La piedra de la derruida iglesia de S. Cebrián, sirve para construir parte de la Catedral Nueva.
Breves pinceladas sobre arqueología: destaca una ventana de arte celtíbera de los siglos III y II a de C; 12 niveles de como se formó el subsuelo salmantino. El tema arqueológico, siendo de mucha importancia, hemos de reconocer que la gente acude no por ver los diferentes extractos sobre los que se cimenta la ciudad, sino por la "leyenda" que ocultan "sus entrañas".
A comienzos del siglo XV un sacristán llamado Clemente Potosí, enseñaba en la citada cueva varios saberes, astrología, magia, geomancia, quiromancia, podomangia, nigromancia, los discípulos debían ser 7, siete eran las materias a enseñar, y 7 eran los años de estudios, -el numero 7- es considerado mágico. Solo el azar, designaba, cual sería el alumno que debería pagar al maestro las enseñanzas recibidas, de no hacerlo, quedaría preso en La Cueva.
D. Enrique de Aragón, Marqués de Villena, hombre de amplísima erudición, y con fama de brujo, fue uno de los siete alumnos del sacristán, pero también el que se negó a satisfacer el pago por las enseñanzas recibidas, por lo cual, tuvo que cumplir la pena, - encierro - el Marques de Villena, aventajado alumno, comenzó a utilizar en su propio beneficio las enseñanzas recibidas, el grimorio que llevaba siempre entre sus manos, o entre los pliegues del sayón, leído una y mil veces, parece aportar la solución para dejar atrás su encierro; oculto en una tinaja, se cubre con todo aquello que está a su alcance. El maestro ve asombrado como su pupilo desaparece, sale a buscarlo fuera de la Cueva, olvidando cerrar la puerta, lo que aprovecha el discípulo para esconderse al fondo de la iglesia, regresa el sacristán, y cierra la puerta, refunfuña entre dientes, y maldice al huido.
Por la mañana muy temprano, tiene que abrir las puertas de la iglesia a las madrugadoras devotas, momento que con la más grande de las naturalidades aprovecha el de Villena para salir; el sacristán se da cuenta, e intenta retenerlo, ya se había escapado; Clemente, hace uso de artes mágicas, alarga el brazo de manera infinita, su mejor alumno se ha fugado, pero consigue quedarse para siempre con su sombra.
Villena es nieto bastardo de Enrique II de Castilla, que por los siglos de los siglos, dejó su alma en pago al sacristán.
El saber de Villena es grande, escribe numerosos libros sobre magia, quiromancia, necromancia, hidromancia, piromancia, tratados sobre los Ángeles protectores, sobre el arte de cortar con cuchillos hechizos, o acercar voluntades. Fue nombrado maestre de la Orden de Calatrava, los últimos días los vivió, entre Segovia y Madrid, era el año del Señor de 1.435 cuando ocurre el deceso; gozaba de una grandísima biblioteca que mandó quemar el obispo de Segovia, por orden de D. Juan II, padre de Isabel la Católica,
Los libros en su mayoría facen, muy clara apoloxía al diablo.
La sacristía es la entrada a la Cueva, por esa boca se descendía a los inframundos del laberinto del saber, solo uno, lleva a la salida.
Salamanca está levantada sobre cuevas, la de Mucheres donde actualmente está el Hospital Clínico, La Peña Celestina, la Peña Pobre. Todas encierran leyendas de brujas con fondo histórico; la fama a la misteriosa "Cueva" llega en siglo XVII, cuando el fraile jesuita D. Martín del Río, hace referencia a ella en una de las mejores obras sobre nigromancia.
Salamanca es una ciudad mágica que atrae el foráneo; Amadis de Gaula, Cervantes, también Walter Scout afirmaba (que moviendo una vara dentro de la cueva, se podía escuchar el sonido de las campanas de la Catedral de Paris) todos se inspiraron, entre sus calles, sus plazas y leyendas que corrían de boca en boca, para sus creaciones literarias.
No vamos a dejar en el olvido, algunas de las proezas de aquellos alumnos, ¿recuerdan la del que cegó un ojo del puente para ponérselo a una lavandera hermosa y bizca, que acudía a lavar sus prendas cada día al Río Tormes?, o la maldición del tabernero, cuando los soldados le requisan una partida de vino, el malvado vinatero hace con sus rituales secar las aguas del río, los soldados viendo gran cantidad de peces, deciden cogerlos, y cuando están dentro, las aguas vuelven a su cauce, pereciendo todos ahogados.
Cuentan que por la mágica noche de S. Juan, se escuchan sus gritos, pidiendo auxilio.
Y qué decir de la leyenda del parroquiano, que ve como su vaca mas productiva, se cuela dentro de la cuadra por un agujero, que inesperadamente se abre bajo la vaca, y a los 2 días, el animal aparece paciendo tranquilamente en las orillas del río Tormes.
Los poderes de quien aprendía en La Cueva, eran casi ilimitados, podían destruir cosechas, o hacer, de las tierras mas estériles, auténticos vergeles, arrancaban fetos del vientre materno, y los devolvían si la mujer promiscua, se arrepentía de su pecado, echaban mal de ojo sobre animales y personas.
Esta ciudad siempre estuvo ligada al misterio, los profesionales de estas artes o trabajos, aconsejan llevar: una figa, un trozo de madera, ruda, pétalos de rosa cogidos la Noche de S. Juan, rezar con fe, recoger un trozo de piedra donde cayera un rayo. Historia y leyenda una vez más se unen, en un juego de luces y sombras.