Uno de los capítulos más interesantes de las futuras memorias de la Vicepresidenta de la Generalidad Valenciana será el que describa las conversaciones que mantuvo para que la coalición que preside concurra a las elecciones generales con el partido de Pablo Iglesias. En la previsible coalición electoral entre Podemos y Compromis pesan más los personalismos que los debates ideológicos. Aunque haya un problema entre el jacobinismo paternalista de Podemos y el eco-catalanismo de izquierdas de Compromis, la clave de la coalición está en estos emergentes liderazgos de la política española.
Ni el uno ni el otro son profesionales de la gestión pública. Están especializados en la movilización antisistema, la agitación camisetera y el maquiavelismo táctico de las respectivas asambleas, que ambos convocan cuando las tienen previamente controladas. Iglesias ha visto en Oltra la posibilidad de pescar votos en la comunidad valenciana y atribuirlos a su liderazgo planetario. Oltra ha visto en Iglesias el trampolín para entrar en la política nacional por la puerta grande, es decir, la posibilidad de proyectar su liderazgo más allá de las comarcas valencianas y los colectivos antisistema.
Aunque se quiere plantear como una coalición para tener grupo parlamentario propio en Madrid y promover un nuevo período constituyente, la finalidad de la coalición es acelerar las contradicciones del socialismo valenciano. Un socialismo ya banderilleado, amargamente consciente de la envenenada aventura del Botánico, sin saber que hay amores que matan.