OPINIóN
Actualizado 09/10/2015
Eugenio Sánchez Redondo

   Santi es uno de esos profesores en riesgo de extinción, apasionado y dedicado totalmente a sus alumnos y su obra con aire de detective Colombo. Debe leer o al menos lo apunta, algunas de estas columnas: "Escribe sobre la modestia" me dijo hace unos días. Y aquí estoy profe. Por supuesto, esta es una columna de opinión, no es necesario que estés de acuerdo.

   Me comentan que la modestia está casi siempre escondida, que se aprecia a través de los ojos de los demás, que huye del yo, yo soy, yo fui, yo conozco, gracias a mi, yo, yo y yo.

   Como virtud es una de las últimas de la fila por vergonzosa.

   Por delante de ella misma van sus hechos, no frecuenta salones de belleza, lleva zapatos bajos por miedo a las alturas.

   Si se personifica tiene nombre de madre abnegada y discreta.

   No aspira a llamarse Cristiano Ronaldo por ser guapo, tener dinero y despertar envidia, quizá alguien de Fuentealbilla sea mejor ejemplo para nuestra generación, "Iniesta de mi vida", Cristiano y Messi tienen cosas buenas, Iniesta y Xavi lo tienen todo.

   Ante los triunfos, de la mano de su hermana humildad saluda al adversario y reconoce su esfuerzo como Pau Gasol antes de celebrar el éxito con sus compañeros, y en los malos momentos como ocurre ahora con Rafael  Nadal, no saca a relucir su curriculum porque la prensa no tenga memoria ni sentimientos.

   Suele tener mirada limpia, de aldeano, no tergiversa ni manipula, no le importa no salir en los diarios y trabaja sin corbata en la penumbra.

   La modestia no hace ruido, es honesta, trabajadora y encontrarse con ella es difícil, no es charlatana, y si por casualidad la encuentras, se da media vuelta, la modestia vive en paz consigo misma.

   La modestia penetró en mis dedos, escribió y se fue, hasta pronto?

 

   A Santi y los alumnos de Tasoc Trinitarias

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