Mientras en los casi del todo mermados caudales de nuestros ríos se diluye la actividad de los demás invertebrados, los cangrejos de río están combatiendo como inicio de sus primitivos amores. En parecidas actitudes, es decir, primero rechazando a machos competidores y enseguida copulando con las hembras, están los camaleones. Y la mariposa vulcana desafía el ocaso de los vegetales. Todavía podemos ver varias especies de escarabajos joya, y, al anochecer, los vuelos de los longicornes y de los ciervos volantes rumbo a sus guaridas de invierno.
Se incorporan al calor de su propio fervor amatorio los gamos, y nosotros lo sabemos por su profundo y corto ronquido. También se vislumbran los primeros atisbos de la excitación reproductora en las cabras montesas, muflones y rebecos. El murciélago orejudo grande entra asimismo en celo.
San Miguel marca la apertura del gran ciclo otoñal. Comienzan a amarillear muchas hojas de chopos, fresnos, hayas, robles... Pero al mismo tiempo ahora no les cabe más reserva nutricia v dulzura a sus frutos.
El abedul tiene ya las inflorescencias masculinas, lo que empieza a ser común es la maduración de numerosos frutos silvestres: a las gayubas y endrinas se suman los serbales, saúcos y mostajos.
Madura también el principal parásito de nuestras arboledas: el muérdago. Nacen los cereales de invierno.