OPINIóN
Actualizado 04/10/2015
Paco Blanco Prieto

Sea quien sea el próximo monclovita, no estamos dispuestos a que el inquilino de palacio pretenda despistarnos con laberintos astrales, juegos virtuales y cuentos siderales, porque ya el vate zamorano nos desveló el siglo pasado todos los cuentos, incapacitándonos para soñar con nuevos espejismos.

Como el poeta, sabemos pocas cosas, es verdad, pero no estamos dispuestos a dejarnos adormecer con más cuentos de ficticias redenciones, mientras haya un solo ciudadano buscando comida en los contenedores, desempleados comiéndose los puños, muertos en las listas de espera de los hospitales, dependientes arrastrados por el suelo, juzgados sin papel para escribir y escuelas sin tiza, viendo al puñadito de estafadores tomando piña colada en la cubierta de sus barcos.

Primum vivere, deinde philosophari, dicen que dijo un sabio con mucha sabiduría, y eso le decimos al futuro César que se hará cargo de este degradado imperio, que crece económicamente a un ritmo muy inferior al de su corrupción institucional, expandida  como plaga bíblica perversora de muchos despachos oficiales.

Es decir, resolvamos primero los problemas existenciales de los ciudadanos y abandonemos en el cajón de la espera ilusiones ópticas que sólo benefician a una minoría, por fáctica que ésta sea, quebrando la vida del pueblo en la desesperanza de acabar formando parte de una morgue social sin redención.

No hay que sacar ilusionantes conejos de la chistera, sino poner los pies en el suelo y preocuparse más de los problemas ciudadanos que de beneficiar a los siempre beneficiados, que se dan cita por la mañana en los bancos con las manos encallecidas de frotárselas, mientras los desfavorecidos hacen cola a las puertas de la misericordia para recibir un mendrugo de pan, porque el cumplimiento de las profecías del Nostradamus amenaza con hacerse realidad, obligándonos a pedir hora en el confesonario.

Pero sepamos que no será fácil mientras la secta del poderoso caballero mantenga la batuta en la mano, porque sus miembros traducen ese latinajo pensando que los primos viven de la filosofía. De ahí las cortinas de humo festivalero que se llevan inventando durante años para que nadie vea el escenario real de la tragedia, desconociendo que hace ya siglos el juicioso Calderón nos advirtió que siendo el vivir lo más, todo lo demás es menos.

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