Deambulo por la ciudad, mi ciudad, la que me vio nacer, la que me vio crecer, la que tuve que dejar? la que me acogió al volver. Esta Salamanca ya no es aquella, ha cambiado, y aunque me cueste reconocerlo porque me encanta, ha perdido luz, es mucho más fría que entonces y me pregunto, con la lógica preocupación de a quien le importa algo: Salamanca, ¿estás enferma?
Y pienso? y medito? y quiero encontrar las razones de tu tristeza, de esa melancolía que palpo en tus calles y en tu gente y creo hallar algunos motivos para tu estado, pero como pasa cuando queremos a alguien me cuesta reconocerlo. Sois ocho, y sí, eres una hermana más, pero no la más lista parece, y tu hermana Valladolid te hace sombra y tú, mi querida Salamanca, no es que no sepas imponerte o hacerte respetar? es que quienes te tutelan están errando.
Como en todas las familias tienes defectos de los que carecen tus hermanos pero también te adornan virtudes de las que ellos no gozan: ¿por qué no prevalecen éstas si son mayores? Hay que compartir y repartir los recursos de los que la familia dispone porque, a fin de cuentas, eso es lo que parece ser que somos, la familia de Castilla y León, pero tú, con esa timidez que casi me enfada y una discreción que no te ha reportado nada, te estás dejando acomplejar y ensombrecer y yo, mi querida Helmántica, ya no sé muy bien si no te entiendo o es que no quiero entenderte.
Quizá me cueste asumir la responsabilidad de no alzar la voz y defenderte porque cada uno de tus ciudadanos (y parece ser que somos cada vez menos y más mayores) tenemos la obligación de vigilar a quienes te custodian y criticarlos o cambiarlos si no cumplen contigo porque nos estarán fallando a todos.
Y no lo están haciendo bien, pequeña? me temo que no. Cada día somos menos, cada año más ancianos, cada ejercicio dispones de menos medios? ¿Quién lucha por ti?, ¿quién?
Y entono el mea culpa: por ti nosotros hemos de protestar y luchar y buscar soluciones, porque en ti crecemos y vivimos, porque en ti han de poder vivir generaciones futuras con posibilidad de quedarse a compartir tu luz de piedra y tu historia. Y por ese futuro hemos de alzar la voz, conciudadanos, porque aún eres fuerte: despierta Salamanca, ¡¡DESPIERTA!!