Es tiempo de recogida de productos y como no se pueden consumir todos, muchas personas optan por envasarlos.
Los alimentos como: tomates, pimientos, moras, arándanos, aceitunas,hacen la delicia de muchas despensas.
Es una suerte consumir productos de nuestros huertos cultivados con esmero, cariño y dedicación. Seguramente el delicioso sabor va impregnado del amor que se puso al cultivarlos.
La sociedad de consumo y el estilo de vida nos hace esclavos de las grandes superficies y de los productos de invernaderos. De cosechas aceleradas para obtener más beneficios.
Las personas que tienen un pequeño huerto y recogen los productos cultivados por ellos mismos, se benefician de la exquisitez de sabor, olor y de las beneficiosas ventajas de la madurez lenta y al sol. Esos productos están colmados de vitaminas y minerales tan necesarios para nuestra salud.
Recuerdo que en mi niñez se guardaban melones para todo el invierno enterrados en los almacenes de cebada y trigo. Su conservación era perfecta. Las uvas se colgaban de las vigas de las buhardillas y permanecían intactas por mucho tiempo.
Los productos de huerta se frenan y se guardaban en tarros para el consumo durante el invierno.
En la época de membrillos todas las cocinas se impregnaban del aroma característico de esta particular fruta tan rica en propiedades..
Los individuos que no tenemos huerto quizá seamos las que más valoramos todos estos manjares.
Disfrutar de una mermelada de moras, membrillo o una salsa de tomate casera, es un gran privilegio.
Desde estas líneas felicito a todas las personas que tienen la suerte de obtener los manjares de la tierra y les animo a que sigan proporcionando la oportunidad a los que no tenemos de alimentarnos de manera saludable.