(A Pepita Sánchez Sousa)
Lo mejor de mí no es el sueño, doy fe.
Lo mejor de mí, ni se sabe ni se ve.
Lo mejor de mí: blanco como la nieve.
Lo mejor de mí mirándote lo encontré.
Así, siempre buscando me entretengo,
me acuesto en el vientre de tu paciencia
y descubro que vivir no es una ciencia,
sino decir a la mansedumbre: me abstengo.
Lo mejor de mí, amiga de nieve,
son tus versos de lila y en la condena
asustante del día tu claridad en danza.
Lo mejor de mí son de tu sangre nueve
gotas que sembrarán siempre la pena
transformada sutílmente en esperanza.