Alfredo Pérez Alencart deja conocer el pórtico que ha escrito para la antología 'He muerto? y he resucitado', dedicada a León Felipe y que se presentará el 7 de octubre dentro del reconocido encuentro
1.
En Salamanca, sin sudario, se vuelve a alzar la voz de León Felipe (Tábara, Zamora, 1884 ? México D.F., 1968), el poeta que de niño vivió en Sequeros:
?pasé los días azules de mi infancia en Salamanca?
Esta ofrenda está muy lejos de ser un homenaje aspaventoso, de los muchos que se estilan para valerse de una nombradía con fines poco poéticos. Que sesenta poetas de veinte países iberoamericanos se reúnan en Salamanca para invocar su obra es y será motivo suficiente para desenraizar la eternidad de quien esto escribió:
América es la patria de mi sangre.
He muerto? y he resucitado.
¿Entendéis ahora?
2.
Magnavoz la del Poeta proteico que avanza,
antaño y hogaño, por borrascosa intemperies.
León Felipe prorrumpe con sus Ecos que parecieran recién nacidos, aunque ya vienen desangrándose largos lustros en la memoria colectiva de España y de los pueblos que paladean el castellano en esa otra orilla del idioma, tan fundacional para él, plena de resurrecciones: tierras y latitudes donde borró su epitafio y moldeó su nueva vida junto al lagrimeo por los suyos.
Desde el suelo de acogida, desde un México donde tuvo su verdadera casa, sintió la obligación de advertir:
Español del éxodo de ayer
y español del éxodo de hoy:
te salvarás como hombre,
pero no como español.
No tienes patria ni tribu. Si puedes,
hunde tus raíces y tus sueños
en la lluvia ecuménica del sol.
Y yérguete... ¡Yérguete!
Que tal vez el hombre de este tiempo...
es el hombre movible de la luz,
del éxodo y del viento.
3.
No ensordece la Poesía que conmueve, que clama, que alerta?contra toda injusticia de prebostes taimados, de impostores, dictadores o reyezuelos: es Voz que viene de muy atrás, desde los profetas bíblicos al menos, si ahondamos en la vertiente de nuestra cultura judeo-cristiana.
Y León Felipe es de esa estirpe, de tal linaje de poetas que no se pudren en vida, y claman aunque el precio que deben pagar sea el ostracismo o la persecución, el desdén o la muerte. Dar voz a los excluidos, denunciar iniquidades: nuestro poeta anota lo de Franco:
El sapo iscariote y ladrón en la silla del juez repartiendo
castigos y premios,
en nombre de Cristo, con la efigie de Cristo prendida del pecho,
y el hombre aquí, de pie, firme, erguido, sereno,
con el pulso normal, con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas y en su lugar los huesos ...
Pero no se crean lo tópicos contra León Felipe: es un poeta profundamente cristiano, asqueado de la manipulación de los Evangelios por parte de los fariseos de siempre, deseos de las prebendas del poder. Oigámoslo: "El poeta prometeico tiene que morir siempre escarnecido y apedreado. ¡Calumniado... crucificado y maldito! El verdadero poeta es el Verbo... el Hijo. La Poesía era la palabra... Mas cuando los mercaderes y los fariseos del templo la enturbiaron y la corrompieron utilizándola para encomiar sus mercancías y acatar las órdenes injustas del Sumo Sacerdote... Cristo habló en parábolas... La parábola... aún no está corrompida".
Cristo, siempre Cristo en su obra entera: "Cristo es la vida / y la vida, la Cruz". Pero no han faltado (ni faltarán) algunos encopetados que, tratando de desprestigiar su poesía arraigada en la justicia y en el amor de Cristo, lo tilden de blasfemo, tras haber leído el título de un poema suyo. Claro que no saben que la aparente blasfemia era sólo un señuelo del poeta para atraer la atención de Dios. Así lo aclara el zamorano-mexicano: "?El salmo y la canción no son ya caminos. Buscaré a Dios por otros derroteros. Y me he puesto a gritar y a blasfemar porque pienso, como Job, que éste es un buen señuelo para cazar a Jehová? Pero ya han empezado a llegar y a amonestarme los sabios impasibles. Ya han hablado el preceptista, el fariseo y el filósofo. Hablarán los que faltan. Cada cual traerá como Elifaz, como Bilda, como Zafar y como el joven Elihú sus buenos argumentos en la mochila. Yo seguiré blasfemando. Y al final, cuando hable Dios desde el torbellino, veremos a quién le da la razón".
En la antología tendrán muestras más que suficientes para valorar, sin intermediarios o reticencias previas, esta vertiente bíblica de su valiosa Poesía.
4.
Y podrán degustar otros temas centrales de León Felipe, como Don Quijote, un poeta prometeico, preocupado por las grandes metáforas sociales, históricas, políticas?: "Don Quijote? es un poeta activo y de transbordo. Y se diferencia de todos los demás poetas ordinarios del mundo en que quiere escribir sus poemas no con la punta de la pluma, sino con la punta de la lanza". Y podrán conmoverse con el poema "Auschwitz (A todos los judíos del mundo, mis amigos, mis hermanos)", por ejemplo.
Esta es una antología esencial, básica. Es, mejor dicho, una 'antojolía' seleccionada para disfrute de todos.
5.
Al poeta de Tábara lo 'conocí' entrañablemente en Salamanca, hacia finales del mes de octubre de 1985, un par de semanas después de mi llegada, parece ser que definitiva, a la capital del Tormes. Claro que Felipe Camino Galicia de la Rosa había muerto en Ciudad de México unos diecisiete años antes de este 'encuentro'. Pero es que a un Poeta de verdad tan flamígera, como la de este transterrado, se le conoce por sus versos conmovedores, perseverante biografía?
En esa Lima de mi juventud, mientras estudiaba Derecho, sólo había leído "Versos y oraciones del caminante". Pero en Salamanca, el primer libro que compré, recuerdo que en la librería Plaza Universitaria, a unos metros de la antigua Facultad de Derecho, fue "Español del éxodo y del llanto" (Visor, Madrid, 1981). Costó 320 pesetas con IVA. Y lo recuerdo bien porque no me sobraba ninguna peseta, al no tener beca ni otro sustento más que el poco dinero traído para iniciar el doctorado. Pero esas frías noches en la habitación de la Residencia Sotomayor, aneja al Convento de San Esteban, leía conmovido, con lágrimas, lo que él decía a los refugiados españoles: "?Méjico os dará algún día una casa como a mí. Y más todavía?" (p. 10). O también: "Español del éxodo y del llanto, escúchame sereno: / En nuestro éxodo no hay orgullo como en el hebreo. Aquí no viene el hombre elegido, sino el hombre. El hombre solo, sin tribu, sin obispo y sin espada? Españoles:/ el llanto es nuestro/ y la tragedia también,/ como el agua y el trueno de las nubes./ Se ha muerto un pueblo/ pero no se ha muerto el hombre (p. 23).
6.
Este mes de octubre, treinta años después, volveré a darle otro resucitable abrazo. Y sé que él dirá: ? He muerto? y he resucitado.
ALFREDO PÉREZ ALENCART
Agosto y en Tejares (2015)
Más información: