"El asunto de la jodienda no tiene enmienda", dice el refrán popular. Pero pensando, pensando, me vienen a las mientes otros dichos no menos famosos: "es mejor ser cabeza de ratón que cola de león"; o aquello de los avaros y buenos administradores: "afeita un huevo en el aire", que debe aplicarse, digo yo, por ejemplo, a los que provocaron la crisis financiera afeitando no el aire, pero sí cifras virtuales, impulsos electrónicos, electrones que iban y venían por el ciberespacio y que tenían como consecuencia inopinada hambre, problemas familiares, quiebras de economía real, depresión y trastornos mentales varios, exclusión social y, a decir del papa Francisco, descarte.
No sé si será lo mismo, me da que sí, que aquello de que hablaba Juan, el evangelista, hace más o menos dos mil años, con un margen de error de más menos 1,5%: el afán de riqueza, la pasión por el poder y la soberbia de la vida es lo que nos impide ser en verdad quien somos. He empezado por los refranes populares para que no nos hagamos la ilusión de que el afán de riqueza es exclusivo de los directivos de Lehman Brothers, el afán de poder tampoco es propiedad privada de Junts pel si, de Podemos, Ciudadanos, IU o de los partidos del bipartidismo. La corrupción tampoco se reduce a los camuflados en Junts pel si, ni al PP barcénico, ni al PSOE de los EREs andaluces, sino que nos afecta a los que trapicheamos con no pagar 2,50? de IVA. Y la mentira no es patrimonio único de los que dan la vuelta al calcetín de la historia para inventarse naciones donde nunca las hubo, ni de los que abrumaron con propaganda política, mediática y cultural a las masas para que tragaran utopías infumables que acabaron en el Gulag, en la Soha o en el Estado Islámico, o pueden acabar en un nuevo estado innecesario, sino que también la practica algún directivo de Volkswagen, empresa emblemática de una nación seria y organizada donde las haya.
Algún amigo me dice que estoy pesimista. Sí, como San Juan Evangelista, que nos mostró cómo la Luz, la Vida, la Paz, el Amor se hacían carne y plantaban su tienda en medio del lodazal en que se había convertido el campamento de los humanos para llevarnos al anti Murphy, a nuestro máximo nivel de competencia, a ser Hijos de Dios.
El camino de la Belleza, la Verdad y el Amor sigue siendo posible y se encarna en la vida cotidiana.