OPINIóN
Actualizado 25/09/2015
Natividad Cabezas García

Soy socia de la Asociación de Alzheimer de Salamanca junto a mi familia. No tenemos  ningún miembro  que padezca la enfermedad, pero somos conscientes de lo que supone esta  para muchos de los amigos que sí padecen día a día este problema.

Hace pocos días en la Residencia se impartía una conferencia sobre la investigación por parte de una joven investigadora. Momentos antes de entrar en el aula nos detuvimos para saludar a dos parejas de amigos que tienen a sus mujeres con la enfermedad: Emiliano y Pepe. Se conocen e insistían para que ellas se saludaran.

Realmente era sorprendente ver a Pepe intentando que su mujer tomara un zumo. La animaba a que bebiera traguitos pequeños. La dulzura de su voz y la ternura de  su mirada me conmovieron.

Cuando apareció mi amigo Emiliano con Pili, su esposa, cogidos de la mano, como siempre la lleva, se me abrió el corazón.

Son ejemplo de las estampas que puedes ver si te acercas a la Residencia Boni Mediero de nuestra ciudad. Un hogar para enfermos, familiares, amigos y trabajadores. La Plantilla que cubren los servicios es extraordinaria y de una categoría humana fuera de serie.

A la cabeza de la Asociación y trabajando codo con codo con Amparo la Directora, se encuentra otra gran mujer, Madalena y su mano derecha Eva. Estas mujeres parecen de otra madera, luchadoras incansables ofreciendo lo mejor de ellas. Ofrecen su tiempo, su esfuerzo y contagian su entusiasmo.

Hoy en el día del ALZHEIMER, quiero agradecer a este gran equipo  que se empeñan en dar calidad a la Residencia y a la Asociación. En muchas ocasiones su esfuerzo no es recompensado ni apoyado por la numerosa lista de socios que piensan que con aportar la cuota anual ya es suficiente para acallar su conciencia.

Me gustaría conocer el nombre de cada una de las personas que trabajan para que los enfermos estén bien cuidados y para que sus familiares se sientan un poco aliviados, por eso desde estas líneas vaya mi agradecimiento a ellas y a las que conozco: Carmela, Dami y Carlos el cocinero, que hace que las comidas sean de restaurante de cinco tenedores.

Cada persona desde su puesto en la sociedad debería colaborar con esta causa. Yo aporto mi grano de arena y animo a quien lea estas líneas que se acerquen a la residencia a pasar una tarde. Sin lugar a dudas no saldrá igual que entró, algo en su interior habrá cambiado.

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