OPINIóN
Actualizado 25/09/2015
Félix López

El ser humano es muy rico y su organización es muy compleja. Pero es importante saber que hay dos grandes caminos hacia la excitación y el orgasmo. Ambos están abiertos toda la vida, pero uno se conserva mejor que el otro, a medida que avanza la edad.

El primero, en sentido evolutivo, es le táctil. El tacto es el sentido más primigenio, presente en todo organismo vivo, y en el ser humano desde antes de nacer.

Por lo que se refiere a la sexualidad el placer sexual se puede activar desde el momento de nacimiento por la vía táctil, como demuestras las erecciones y vaso congestión genital de niños y niñas. De hecho, en torno a un tercio de niños y niñas descubren el placer de la masturbación antes de la pubertad y la practican con más o menos frecuencia. La excitación sexual y la posibilidad de orgasmo, por esta vía, se acreciente si la parte acariciada son los genitales, zonas más erógenas, ya desde la primera infancia.

A medida que las personas van creciendo y desarrollando su capacidad de fantasear, sentirse seducidos o seducir, entender el significado de estímulos eróticos, las palabras de amor, siente clara atracción sexual o incluso se enamoran tiene más y más peso otro camino hacia la excitación y el orgasmo: el mental. Nuestro cerebro percibe e interpreta los estímulos y contenidos eróticos y puede provocar excitación sexual, a la vez que deseos, etc.

Son dos caminos complementarios que normalmente se entrecruzan y mezclan, aumentando la potencialidad para excitarnos y disfrutar de la sexualidad.

Estos caminos permaneces abiertos; pero es importante saber que a medida que envejecemos el camino que se mantiene mejor, con menos baches, si se me permite esta afirmación, el más seguro, es el táctil, como había ocurrido en la primera infancia.

De todo ello se deduce algo fundamental, el tacto es lo primero que se adquiere y lo último que se pierde, lo que se mantiene mejor a lo largo de la vida. Por eso las personas mayores necesitan más estimulación, de todo tipo, pero la táctil es la vía más segura. Eso no significa que la ternura, la seducción, el afecto y enamoramiento no sean importantes, que lo son, sino que acariciarse es desde el nacimiento el alfa y el omega, el principio y el fin, también desde el punto de vista sexual. Tocarse, abrazarse, acariciarse, estimularse como cada persona o pareja prefiera, en todo el cuerpo, pero especialmente en las zonas más erógenas (glande del pene y clítoris) es el mejor camino, compatible, claro está con las caricias por los dos metros cuadrados de piel que tenemos, con una capital, los genitales, pero también con zonas turísticas privilegiadas, (las llamadas zonas erógenas secundarias en los libros) y, sobre todo con rutas que pueden permanecer desconocidas, a explorar según el gusto de los viajeros, viaje hacia el placer compartido.

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