OPINIóN
Actualizado 24/09/2015
Ignacio Martín

Fotografía: Pilar Leal (Instagram: pilarlealfernandez)

Antes que nada, quiero dejar claro que este artículo no quiere ser propaganda sino amistad. Elogio de la amistad, para ser más precisos.

Cuando Alegría ya había terminado su primera filología, inició una segunda, y ahí coincidimos? Y desde entonces nos la hemos pasado coincidiendo, en la vida, en la amistad?

Alegría es de esas personas con las que, al paso del tiempo, te vas dando cuenta de que son parte de ti, parte imprescindible? Para discutir, para tomar un vino, para reír, para llorar?

Como siempre la consideré "sociata", a mis veintipocos "me ponía al brinco" con ella ?que tenía ventialguno más, tampoco muchos? en no pocas ocasiones; discutíamos, sí, pero también nos dábamos cuenta de que, en el fondo, eso era un placer, porque, más en el fondo, estábamos de acuerdo en lo importante; ah, por cierto, lo de "ponerse al brinco" es el mexicanismo de hoy; viene a ser? no, seguro que ya lo han entendido, el contexto ayuda mucho, ¿no?

Alegría y yo compartimos amigos, seguimos compartiéndolos, y, sobre todo, compartimos vida; el tiempo nos ha seguido dando treguas y, cada vez que nos encontramos para tomar algo, sigue la conversación en donde la dejamos? Que no es otro lugar que el de los afectos y en ese darnos cuenta de que la vida que hemos ido construyendo, Pilar y yo, tuvo como referencia fundamental la que ya tenían un poco más construida, entonces, amigos como Alegría.

Su compromiso y su falta de tolerancia ante "la tontería" en aquellos 80 me caían muy bien; hoy, los admiro, los tomo como ejemplo y, en mi fuero interno, espero ser, ya para alguien, un aparente rezongón con tantas ganas de reír como ella. Somos de esa escuela de "tonterías, las justas", sin dejar del todo de ser algo niñotes que se maravillan? no sé, por ver pasar el tren, por ejemplo. Somos de esos a los que nos cabrean las miserias humanas: en la vida pública, académica, laboral? Entre otras cosas, porque nos encocora la poca memoria que a veces impera.

Si Alegría llegase al Congreso, sé que lo haría para bien, para mostrar una dignidad a prueba de, lo dicho, tonterías. No soy ingenuo, sé cómo funciona esto, pero también sé que en el Congreso, como en cualquier parte, hacen falta personas con ganas de convencer a otras? Sin mostrarse cerradas a dejarse convencer.

Si no llega, tampoco pasa nada; parafraseando a Gil de Biedma, ahora que "de todo empieza a hacer casi ya veinte años", me da gusto, simplemente, no haberme equivocado; mi amiga, siempre militante, hoy se decide a hacer más evidente el compromiso, lo pone en la balanza? Y a ver qué pasa.

Por cierto, volviendo a Gil de Biedma, la versión que hizo Loquillo de alguno de sus poemas la conocí por Alegría, al igual que la del poema de Luis Alberto de Cuenca que menciona Salamanca. Gracias, amiga.

Lo dicho, la vida, #ConAlegría.

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