OPINIóN
Actualizado 23/09/2015
Fernando Segovia

Osama es el protagonista de la zancadilla que la reportera puso en la frontera húngara y que otro filmó. Y Osama ya vive en Getafe con sus dos hijos, le ceden una casa en el centro del pueblo y le dan un trabajo como entrenador de fútbol. Casi el final de un cuento feliz después de ser protagonista de tan desgraciado incidente. Imagino que la tal Petra, la reportera agresora, le sucederá justo al revés, como a los malos en los finales de cuentos lógicos.

   (Por cierto, casi al tiempo, escucho al ministro del interior decir que es loable ese intento, pero que se debe tener paciencia y esperar medidas más coordinadas para que sean eficaces y no salgan al revés de individuales intenciones. Y estoy de acuerdo en eso)

   Y este es otro asunto más para reflexionar. Nos venden esa noticia (anoche hasta lo entrevistaban en las radios al pobre y agotado refugiado sirio) y eso parece que nos aplacara conciencias. Ni Osama es todos los demás Osamas, los que se quedan por el camino, los que ni siquiera pueden salir, a los que les dan patadas pero no salen en la foto, los que se ahogan, o los que llegan y se les manda por los siglos de los siglos a un campamento de refugiados (muy parecidos a los viejos campos de trabajo, o de concentración). Volvemos a confundir una parte con el todo. Nuestro modo occidental de resolver es ir siempre con la tirita y la foto por delante donde hay destrozos múltiples. Eso cuando menos, es algo hipócrita. Ojo, que también el papa Francisco se ha despachado con santa demagogia con ese asunto. Dice tener albergada ya en el Vaticano una familia de refugiados. Y yo que me pregunto: ¿disponiendo de tanto espacio medio vacío, sólo da para acoger una familia? ¿No era ocasión propicia para ofrecer algo más? Además de un empuje propagandístico, se removería la misma esencia del cristianismo primitivo y solidario (el más genuino) y podría calar ese mensaje ejemplar en futuros conversos. No nos ponemos el traje de faena de verdad. El de hacer cosas positivas y eficaces. El de ensuciarse algo las manos, más que el de pensar tanto y sacar fotos. El traje de obrero político, el obrero religioso, el obrero humanitario, el obrero solidario, el de obrero práctico, o el obrero militar para resolver esto entre todos y si se puede de una vez. ¿No es mejor eso que seguirnos engañando?

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