OPINIóN
Actualizado 22/09/2015
Isaura Díaz Figueiredo

La solidaridad, valor humano por excelencia, hoy nos mira con estupor a los habitantes del mundo rico, habituado a no carecer de pequeños o grandes placeres. Los vientos que impulsaban  la llamada a la igualdad universal, de individuos y naciones, son un rostro cadavérico, que se cae despiezado por la soberbia y la indiferencia de los llamados "poderosos".

Tras la solidaridad como en -el Grito de Edvard Munch- vemos el cielo calcinado, las aguas llenas de tenebrosa oscuridad, desamparo, infinita amargura en la gente, que en demasiados casos no llegan a campamentos de refugiados, y  adormecen en las aguas del mar que antaño fue de civilización; hoy el Mediterráneo  es agua sombría, éxodo humano no recordado ni en las dos Guerras Mundiales.

Ante tanta angustia y calamidad -el grito no resuena-, el rojo de la sangre, el estremecimiento de tristeza, el cansancio en los rostros, gentes huyendo de la muerte, dejando atrás su tierra, para comenzar otra realidad, son solamente líneas diluidas entre  amaneceres azules y atardeceres rojos .Ni el llanto de los niños despierta en  las conciencia anestesiadas, en valor solidario.

He tenido la oportunidad éste verano, de contemplar una copia perfectamente realizada del" GRITO de Munch", obra que a nadie deja indiferente, y sobre la que se ha escrito mucho y todo con fundamento, quizá desmenuzando -el Grito de Munch- entendamos el dolor de los refugiados, de gentes huyendo, de personas cubiertas con un trozo de plastico,gente que carece de lo básico, que pelea por un bocadillo, atrás dejaron sus casas, sus tierras, y junto a ellas nuestra dignidad, palabra de la que tanto hablamos, sin comprender su verdadero significado.

 El Grito transmite luctuosidad, rezuma, desesperación y sufrimiento; lenguas de fuego que todo lo devoran y convierten en cenizas, asimilar la desesperación del ser humano, perseguido por otros seres-mafias- es lo que Munch me transmitió.

 El ser humano se diluye en si mismo al carecer de "valores," perece en el volcán de sus voluptuosidades, de las vanidades, de sus delirios, de sus narcisismos, de sus hedonismos, de religiones sin compromisos, de vidas sin aditivos, sin condimentos, en muchos casos- sin la sal que todo lo adereza-, y sin sal todo es insípido, light; al fondo observamos el puente,  unión de la realidad, paz, y esperanza.

 Edvard tuvo una existencia difícil, recordemos a tantos niños  que tienen actualmente, una vida dura, de pequeño, fue testigo de cómo la enfermedad entonces "apestosa" (lo digo con el mayor de los respetos) se llevó a su madre -tuberculosis-, pero no solo el bacilo de Cok terminó devorando a la madre, hambriento, se lleva a sus dos hermanas, y la que puede ser refugio, sufre un trastorno bipolar, internada en un centro psiquiátrico hasta su fallecimiento. Queda él y su padre, hombre duro, autoritario, que educa de forma severa; tampoco esta vida dura mucho, queda huérfano, sin familia que pueda darle calor, ternura, aliento, ¿no les recuerda "el grito" de muchos niños y adolescentes, que ven como su familia es tragada por el mar o los traficantes de seres humanos?

El "Grito" brotó  en la mente de  Munch,  en el año 1893, hoy es actualidad  rabiosa, ¿alguna vez dejó -el grito- de llamar a cada conciencia? ¿De pedir desde el silencio justicia social?

  Es un retrato de la vida del pintor, moldeando su forma de ver la vida. El dolor hace presa en su interior y nos lo recuerda en su diario "paseaba junto a varios amigos y de repente el suelo se torno rojo de sangre, percibí un estremecimiento de tristeza. Me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio. Sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el oscuro azul del fiordo y de la ciudad. Mis amigos continuaron, y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad.Senti un grito infinito que atravesaba la naturaleza"

¿Qué grito dibujarían las gentes que cada día llegan, o intentan llegar a las costas del Mediterráneo? ¿Como es de azul su cielo? Seguramente rojo, muy rojo, y  ceniza.

Todo es desolación y dolor, mientras ¿a dónde miramos?, seis años de guerra en Siria, y  tiene que surgir la imagen de niños agarrados a un salvavidas de juguete, barquitas de piscina, donde viajan hacia el "dorado" familias enteras, madres que llevan agarrados a sus cuellos  sus hijos pequeños, todos, en un intento de no ser tragados por las aguas  antes azules y verdes, hoy enrojecidas de sangre, y pirateadas por las mafias. Abramos los ojos ante el inquietante panorama que se avecina, o mejor ya está a los pies de Europa, y poco se sabe qué hacer con el éxodo humano.

Que el grito de  Edvard, no se haya quedado en la especulación, si fue su fuente de inspiración una momia Chachapoyas, o el paseo por el psiquiátrico donde estaba su hermana internada. Ojala nuestro grito sea una esperanza, la puerta abierta a la solidaridad, a dar  acogida y formación a las gentes que piden salvar su vida, como buen cristiano "compartir" es el primer deber que Jesús nos mandó, Amor.

Seguramente estas frases elegidas, de personas muy diferentes, en ideología, pero unidas en el mismo pensamiento,  nos hagan  llegar al buen camino y encontrar solución al grave problema que asola el Viejo Continente.

Debe exigirse la distribución de la riqueza (Papa Francisco)

Siempre se debe preferir el bien general al particular. Nuestro beneficio particular no debe tomarse en cuenta cuando se trata del bien común (S. Juan Bosco)

Uno a uno, todos somos mortales. Juntos somos eternos (Apuleyo)

Hemos aprendido a volar como los pájaros nadar como los peces, pero no hemos aprendido a vivir como hermanos (Martin Luther King)

Hemos venido a este mundo como hermanos; caminemos, pues dándonos la mano y uno delante del otro (William Shakespeare)

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