Podría dedicar estas letras al acontecimiento más estúpido que ha acaecido ayer, pero esa memez griega se la dejo a otros exegetas, que seguro le sacan mayor partido que este pobre columnista que está cansado de la estupidez humana.
Hace casi dos lustros ya, la Feria de Salamanca salió a la calle. Según me contaron, la idea primigenia de colocar chabolitas, más o menos pintorescas o grotescas (según se mire), que sirvan bebidas alcohólicas y pinchitos en la vía pública de nuestra ciudad, se le ocurrió a los lumbreras de Ayuntamiento y, creo, del Patronato de Cultura.
Dicha y redicha idea, se originó cuando los Señores del poder Salmantino se dieron cuenta de dos cosas: Primero, entre los coches "chocones" en la aldehuela, el mercado Barroco en el Puente Romano , las casetas regionales en el parque de San Francisco y los toros en la Glorieta, el centro en ferias se quedaba vacío para los turistas. Y en segundo lugar, con el cambio de fechas de la feria de Doña Pucela, Salamanca estaba al borde de un colapso "festegil".
Según conversaciones mantenidas con algún que otro hostelero, cuando el Ayuntamiento les propuso su plan, tanto la Asociación de Empresarios de Hostelería como los hosteleros independientes, rehusaron a la propuesta. Pero los gerifaltes del Consistorio no cejaron en su empeño, convenciendo al gremio hostelero mediante bulas a la hora de colocar sus peculiares casetas.
Años después, una vez más, una idea buena en manos de ambiciosos gestores públicos, queda machacada, pulverizada, triturada, majada y, por supuesto, desvirtuada. A día de hoy en la Feria de Día (originariamente del centro) nos encontramos: Casetas subarrendadas, barrios con casetas, tasas desorbitadas (agua no potable por diez días cien euros por caseta), chabacanería general y un largo etcétera que cualquier hostelero os puede ilustrar si se lo preguntáis.
Comprendo que todo el mundo quiera poner casetas, y que nuestro Ayuntamiento se beneficie de ello, pero si permiten que esto siga así, en pocos años perderemos la Feria de Día que con tanto empeño quisieron crear los mismos que ahora permiten que muera.
En fin señores, espero que estas sucintas líneas les hayan hecho olvidar un poco el tema heleno, el cual en breve lo tendremos hasta en la sopa.
Si os ha gustado no dudéis en comentarlo, ya que como dijo Napoleón Bonaparte: "No hay que temer a los que tienen otra opinión, sino a aquellos que tienen otra opinión pero son demasiado cobardes para manifestarla.