OPINIóN
Actualizado 19/09/2015
José Antonio Mirón

Soy consciente que en este tema no tengo experiencia ni la quiero tener hasta dentro de bastantes años, pero a todas las personas nos ocurren dos eventos vitales. Uno ya nos ha sucedido, hemos nacido, nos queda otro, morir. De la muerte a nadie le gusta hablar; pero actualmente, dada la alta prevalencia de enfermos crónicos pluripatológicos, es muy frecuente que los pacientes, los profesionales y los familiares tengan que abordar este tema e incluso forme parte de muchas conversaciones familiares y sociales. Actualmente, en los países desarrollados la mortalidad por enfermedades crónicas supone aproximadamente el 70% de las muertes globales.

Los profesionales aportando ayudas científicas y técnicas, asesorando y tomando decisiones para evitar el dolor físico, la ansiedad, la depresión y cualquier otra patología que tenga asociada cada paciente dado que este proceso de morir viene marcado como todo en la vida por el estilo de vida individual ?comportamientos, hábitos y forma de afrontar los retos de la vida diaria-. En este ámbito biológico o físico se viene desarrollando lo que se denominan los Cuidados Paliativos que se han desarrollado fundamentalmente para ayudar a los pacientes con cáncer; pero el enfoque, según mi opinión debe ser integral y su objetivo primordial debe ser la persona y no la enfermedad. Por tanto, se debe superar el modelo biomédico y fundamentar las respuestas profesionales en  el modelo biopsicosocial para atender y dar prestaciones integrales atendiendo a los aspectos físicos, emocionales y espirituales y/o religiosos. Para esto se deben establecer equipos multidisciplinares que actúen de manera integrada y coordinada con los equipos de Atención Primaria y con las unidades de atención a pluripatológicos de los hospitales.

Los pacientes con la información necesaria y adecuada a cada momento del proceso de morir para que pueda hablar de sus vivencias, experiencias y sus reflexiones vitales lo que le ayudará a aceptar, adaptarse y sobrellevar de la manera más natural y saludable esta etapa final en la que está.

Los familiares aportando su apoyo y acompañamiento acompañando para minimizar los problemas relacionados con lo que supone este evento de consecuencias repercusiones directas e indirectas en el ámbito  emocional, familiar y en otras menos importantes como las socioeconómicas.

Todos estos intervinientes tienen que tener presente que el protagonista es el paciente que está en este proceso vital y se trata de ayudar a controlar, reducir y evitar el sufrimiento humano para que  este proceso sea lo más natural y saludable posible al reducir el malestar asociado a los eventos que amenazan la integridad de la persona. Además, siendo todos conscientes de que se trata de un evento complejo e individual de alta sensibilidad y subjetividad personal; pero que no queda más remedio que abordar desde la humanidad, la generosidad y la profesionalidad.

Por otra parte, se sabe por estudios de investigación de expertos realizados sobre este tema, con el objetivo de reducir el sufrimiento aconsejan que hay que desarrollar en los pacientes estrategias de afrontamiento y adaptación en los que juegan un importante papel los factores físicos como el dolor, la depresión, la ansiedad; pero también los factores emocionales y espirituales y religiosos. Todos ellos deben ser abordados por el trabajo de un equipo multidisciplinar con el apoyo de familiares y amigos del paciente. Así se estará en condiciones de profundizar en los mecanismos de afrontamiento, adaptación y  resiliencia de los pacientes lo que redundará en una mejora de la efectividad y calidad en el proceso vital del morir.

Mientras tanto y, aunque para este proceso hay que estar preparados, no puedo más que recomendar  que hay disfrutar de cada momento y vivir saludablemente todos los días de nuestras vidas. Salud?

JAMCA

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