Después de un largo verano y una pertinaz sequía que ha asolado los campos salmantinos la vecina, con la que coincidí en la panadería esta mañana, despotricaba contra el mal tiempo. ¡Qué horror! De repente se ha metido el invierno, decía la vecina. Estaba lloviendo. Yo escuchaba y observaba en silencio y me decía: es verdad aquello de que "nunca llueve a gusto de todos". Es que, dicen los meteorólogos y repite la gente, que ha entrado por el Atlántico una "ciclogénesis explosiva". Mariano Medina hace ya algún tiempo nos decía que venía una borrasca, y si me apuras un ciclón. Pero los tiempos avanzan que es una barbaridad y ahora ya es una ciclogénesis y además explosiva. Así las palabras duran más. Y los hombres y mujeres o las mujeres y hombres del tiempo nos lo enseñan en la tele durante horas y horas, y en internet lo puedes ver al minuto. Y con los mismos gestos bien estudiados pasando la mano extendida sobre las provincias por donde va a circular la ciclogénesis explosiva. Antes se hablaba del tiempo en el ascensor cuando te encontrabas con alguien a quien no tenías nada que decir: que invierno más frío, qué calor hace este verano. Pero ahora lo del tiempo se ha convertido en un "arte" o quizá en un negocio. Y los del tiempo compiten incluso con los de la cocina, que están todo el día en la tele haciendo concursos y enseñándonos a hacer gazpacho de sandía.