"Ella es un ejercicio de silencioso ejemplo y forma parte explícito de este arte tan efímero como amorosamente venenoso"
Ahí está Verónica Hernández, mulillera ella a tiempo parcial, aficionada que ensortija el cascabeleo de las mulas. Una mujer no en los toros, sino dentro de la Fiesta, participando en su delirio, en sus emociones, en el clima emocional de su misterio y magia. Ahí está Verónica, imagen de una juventud que comprende esta Fiesta tan demoledoramente incomprensible, tan fiel a los pelos de punta, tan cercana a lo defraudable, al aburrimiento y a la exaltación. Ella es un ejercicio de silencioso ejemplo y forma parte explícito de este arte tan efímero como amorosamente venenoso. Ahí está Verónica. Por muchos años señorita.