Cuando dejas todo atrás, cuando no tienes donde apoyarte, cuando tu pasado desaparece y no existe futuro, ni tan siquiera se adivina.
Probablemente todos en algún momento de nuestra vida hemos sentido ese vacío, cuando se produce un cambio inesperado en la vida, cuando nuestros pilares, por un motivo u otro se han venido abajo sin esperar a tener un nuevo soporte, entonces aparece la sensación, la de sentir que nada tiene sentido, que se camina sin rumbo, que se vive sin vivir.
Miles de refugiados protagonizan las noticias día tras día, historias de una masa de historias individuales, de individuos vacíos deseosos de volver a tener una vida parecida a la que tenían antes de la guerra de la que huyen, en un duro, durísimo peregrinaje a un futuro desdibujado, indeciso, esperando que el vacío desaparezca y el camino tenga un rumbo.
Entre tanto vacío hay quienes miran hacia otro lado, provocando que el hueco sea aún mayor, y quienes se acercan solidariamente, aliviando mínimanente tanta desolación..
Cuando esto ocurre todos deberíamos de recuperar una parte de lo que el ser humano ha causado, porque en parte todos somos responsables.
Ojala las noticias de hoy y de los días venideros estén llenas de imágenes que comiencen a dar de nuevo sentido a la existencia de tantos seres humanos, y no se pierdan más días debatiendo a quién le corresponde hacerlo, hay momentos en los que primero hay que actuar y después debatir, ¿no cree?