OPINIóN
Actualizado 13/09/2015
Jorge Moya

Ya llegó la vuelta al cole. Cada uno a sus quehaceres y rutinas diarias. Compra de libros, uniformes de una u otra índole, madrugones para llevar a los niños a clase, a fútbol o a cualquier otra actividad extraescolar que este año se les antoje a nuestros adorados y sobreprotegidos hijos. Los abuelos y tíos tampoco se librarán, y se convertirán en unas niñeras improvisadas con no más título que su cariño, su experiencia y tiempo libre. Yo, por supuesto, no soy menos, pero antes de volver a la cruda realidad, quise acercarme a ver a un buen amigo que tiene un puesto en el Rastro de nuestra ciudad.

Nada más llegar, y no puedo mentir, me agradó observar cómo un coche de policía custodiaba la entrada del "zoco" charro y, mientras mis pasos me adentraban a un mundo de bragas a un euro  y "vamos María que lo regalo todo", pude observar cómo se traficaba con todo tipo de artículos de diferente naturaleza colgados en perchas, apilados, doblados, o simplemente amontonados sobre baldas de unos tenderetes portátiles, propios de mercaderes nómadas que buscan su pan nuestro de cada día en cada pueblo o ciudad. De repente, un corrillo de personas, o mejor dicho de pirañas, se agolpaban en el centro de uno de los viales. La curiosidad que mató al gato se apoderó de mí, así que me acerqué a "piponear". Ojiplático me quedé cuando una mujer de mediana edad, gitana o paya da igual, le explicaba a una posible compradora, de esta forma, la procedencia de su producto: -No son imitaciones, son "robaos" del Corte Inglés?. Lo más triste de todo esto es que, la mujer que se interesaba por el perfume en cuestión, sin un atisbo de moralidad, sacó su monedero del bolso, cogió un par de billetes y lo compró.

Gritamos y maldecimos a las personas que desvalijan nuestros bienes, pero después no tenemos ni un ápice de pudor a la hora de adquirir, a sabiendas, un artículo falso o robado.

No hay nada más corrosivo para una sociedad, que tener que vigilar a sus miembros. Pero, si no somos capaces de concienciarnos y nos empeñamos en formar parte de las mafias que nos rodean y auto justificarnos con un asqueroso: "yo no hago nada malo, los malos son ellos", nos tendrán que meter en cintura y quizá, y digo quizá, penarnos duro cada vez que queramos ser ratas que huelen a Chanel.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >El Rastro de Salamanca, un nido de ratas que huelen a Chanel