No es fácil ser hoy buena gente. Nunca fue fácil. Y ahora tampoco. Pero estoy absolutamente seguro de que me asombraría de la cantidad enorme de gente buena que hay a nuestro alrededor, estemos donde estemos. Pero no son visibles, la mirada interesada de los que crean la mostrenca realidad diaria va por otros caminos. Y acabamos creyendo que sólo hay lo que hay, o sea lo que se ve. Y estas líneas son un humildísimo reclamo de visibilidad para la buena gente de cada día.
Hay muchas dificultades, está por ejemplo la prisa. La bondad es lenta y tenemos la aceleración incorporada de serie a todo el instrumental que manejamos diariamente. La bondad es honda y cosa del corazón y hoy estamos educados, hasta los mayores como yo, para deslizarnos como locos hacia no sabe nadie dónde. Y tonto el último.
Y la bondad a esa velocidad es cosa irrisoria. Todo pasa rápido y forma esa pista inevitable por la que deslizas. Y cualquier bondad queda descartada. Por eso y por muchas más razones, porque la enfermedad lo abarca todo, ahora a la vista del peligro hay hasta clubes de "despacio", Centros de Lentitud, Cursos de parar y pensar y mucha variedad de iniciativas de salvamento. Y como para llevar exactamente la contraria ya se anuncian restaurantes de Comida Slow, como debería ser: comer, estar y conversar?
Sin embargo es interminable la lista de las buenas gentes de hoy por el ancho mundo. Incluso a veces pienso que quizás hay un problema de perspectiva, como si cuatro árboles de mierda te impidieran ver y admirar la hermosura del bosque. Pero parece principio comercial inalterable que para vender unas páginas de papel prensa o colocar un programa de choque con alta audiencia no hay otro camino que amontonar en primer plano y a todas horas los cuatro árboles de mierda. El principio es cierto y el público, eso cree, acaba decidiendo.
Porque el público somos nosotros, usted y yo. Y al final, usted y yo, vemos lo que vemos, leemos lo que leemos y acabamos siendo lo que vemos y leemos. Y estamos así perfectamente preparados para ver y leer lo que está previsto. Para empezar de nuevo. La estadística está servida.
Y por encima de estas dificultades es interminable la lista de la buena gente que es capaz de vivir despacio para poner bondad en cada paso. Millones y millones de personas de buen corazón, de disponibilidad manifiesta, de vigilancia atenta, de servicio pronto, de trabajo bien hecho, de abrazo sin reparos, de amorosa entrega a millones de causas buenas y un etcétera sin fin. Y ahí entran todas las gentes del norte y del sur, negros y amarillos, blancos y cobrizos, padres, profesores y curas, parados y políticos, madres solteras y madres casadas, abuelas y monjas, policías y supuestos maleantes? Y casi seguro, en lo que cada día se nos alcanza, usted y yo.
Y esta fila sin fin es esencial para un juicio justo sobre nuestro mundo y su gente. Aun con la carga de pobreza y de violencia que el mundo tiene que levantar cada día, es un mundo mucho mejor de lo que aparece y de lo que parece. Habrá que empujarlo cada día, porque queda mucho camino y mucho mundo por delante.