En no pocas ocasiones resulta difícil saber si hubo o no consentimiento en una relación sexual. Las creencia de algunos agresores que suelen llegar a decir, "cuando las mujeres dicen No, en realidad quieren decir Sí", es la forma más fuerte e intolerable de justificación de la violencia sexual.
Pero hay otras creencias populares que generan confusión; como refleja la expresión, "quien calla otorga". Según esta manera de valorar las cosas, si una mujer no dice expresa y claramente No, significa que acepta la relación. Esta forma de pensar es la que predomina en el sistema judicial, cuando los jueces preguntan a las posibles víctimas si dijeron claramente No.
La confusión es mayor aun cuando los dos miembros de la pareja toman alcohol o determinadas sustancias, de forma que resulta difícil de valorar el grado de libertad que la supuesta víctima tuvo para aceptar la relación sexual. Toda pérdida de control disminuye la lucidez de la decisión. Es evidente que un agresor no puede servirse de esta situación para doblegar la voluntad de la víctima, pero no son pocos los casos en que ambos se ven involucrados en una relación en la que su capacidad de tomar decisiones razonables está disminuida, llegando, uno o ambos, a no recordar muy bien como pasaron las cosas.
Los casos de abusos, acosos y violaciones son tan frecuentes que estamos ante una problemática difícil de afrontar desde el punto de vista penal. Tal es así, que en algunos estados de Norteamérica se están planteando cambiar la perspectiva y, en lugar de preguntar si dijeron No, empiezan a considerar que lo mejor es considerar como violencia sexual todos los casos en los que la pareja no dijera claramente Sí. La confusión y el silencio no podrían nunca justificar una relación sexual, si un miembro de la pareja la denuncia.
Será difícil encontrar la estrategia penal adecuada, y más aun las pruebas de lo que cada cual declare; pero nosotros sí podemos proponer, desde el punto de vista educativo y de la ética de las relaciones sexuales y amorosas, lo siguiente:
Las personas no deben colocarse en situaciones en las que pierdan su capacidad de tomar decisiones. Y, por supuesto, nadie se debe aprovechar de quien está limitado, en este sentido. Preservar la propia libertad y favorecer la ajena es fundamental. Es la ética de la libertad frente a la coacción o la violencia..
Podemos y debemos tener una comunicación más sincera y leal diciendo a la pareja lo que realmente queremos y estamos dispuestos a hacer, comprometernos, etc. Es la ética de la lealtad frente al engaño.
La mejor manera de no equivocarse y respetar al otro es favorecer su libertad y pedirle la confirmación expresa de que realmente desean y consienten tener relaciones. Es la ética del consentimiento.
La violencia, el engaño y la confusión son una grave error , una falta de ética y, en no pocos casos, un delito penal. Las relaciones sexuales y amorosas deben ser un encuentro en la libertad, la honestidad y el consentimiento.