OPINIóN
Actualizado 09/09/2015
Fernando Segovia

Observar desde el mundo occidental la destrucción de Palmira y sus ruinas y alzar un sentido lamento ha sido todo uno. Los violentos iconoclastas desean cargarse un pasado que rechazan y odian, y no escatiman en martillazos y bombas para no dejar migajas. Eso es cruel (cuando menos) desde un punto de vista de un mundo civilizado y respetuoso, además de un tanto inútil el intento. Inútil pues el pasado está ya escrito (ahora hasta filmado o fotografiado) y no se borra así como así. Podrás cargarte con saña las piedras, los símbolos, los libros, a martillazos o cañonazos pero eso no va a cambiar el pasado histórico (ni siquiera el devenir) por molesto y cruel que pueda ser. Encima quedas como bárbaro y cerril a los ojos de casi todo el mundo. Claro que ese efecto de la reacción inmediata y el estupor de tres cuartas partes del mundo pueda ser el buscado en el hecho mismo de la destrucción. Y que por eso lo hacen de manera tan pública y propagandística.

Salvando las distancias, deberíamos aprender sobre eso aquí también. Cada uno debería asumir las historias, todas las historias de nuestra propia historia común. La historia nunca es como una parte quisiera, una historia a medida no la hay (salvo para quien afronta los hechos con positivismo y orgullo como los norteamericanos o canadienses), es lo que fue, aquello que quedó escrito de bueno, de malo y regular. El caso es asumirla toda, aprender y rectificar en el futuro aquello que antes se hiciere mal. Cargarse un símbolo (que estéticamente no desentone demasiado ni sea una directa ofensa, claro) no parece el camino adecuado en mundos más civilizados. Las cosas están y son porque antes estuvieron y fueron. El intento y el hecho de destruir denotan ira, intolerancia, y sólo deja contentos a los que dan el martillazo y los que aplauden el gesto. Desde el mundo aparentemente civilizado que nos ha costado tanto construir eso no se ve así. Afortunadamente. Asumimos las historias, todas las historias (casi todas las historias, mejor), en general. Aunque nos dejemos escudos, medallones y hasta esculturas por ahí colocadas en nuestro camino. Incluso las historias más negativas, aunque nos pesen. Y así debería seguir siendo en adelante. Lo contrario viene a ser lo mismo que ahora estamos criticando y, la verdad, que hace un malísimo efecto. ¿No creen?

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