Cada vez que alguien menciona la creciente radicalización del Islam surgen buenistas escandalizados clamando que la mayoría de los musulmanes son pacíficos y que lo demostraron conviviendo durante siglos en nuestra Península con cristianos y judíos.
Primero. Cierto es que durante la ocupación musulmana no todo el tiempo hubo guerras y enfrentamientos armados, pero resulta que estaban aquí... porque nos habían conquistado por las armas.
Segundo. Para ello contaron con la rivalidad de los clanes político-militares de España, encabezados por Rodrigo y Wizita. "Esta situación dividió al estamento aristocrático-militar en dos facciones cada vez más irreconciliables; hasta el punto de considerar alguna historiografía a los witizanos como instigadores e incluso aliados, explícitos u oportunistas, de los musulmanes."
Tercero. En la conquista colaboraron también numerosos judíos (muchos de ellos conversos fingidos) porque estaban siendo hostigados por las leyes visigodas y preferían recibir el mismo estatus que los musulmanes otorgaban a los cristianos en el Norte de África.
Cuarto. Las personas no son buenas o malas en bloque. Generalizar es la forma más ramplona de dividir. Hay musulmanes pacíficos y honrados, faltaría más, como los hay sinvergüenzas en la misma proporción que entre cristianos, budistas o agnósticos. Tampoco las religiones son buenas o malas en sí mismas sino en función de cómo se aplican. Y resulta que de las tres grandes religiones monoteístas (o del Libro) únicamente el Islam conserva la radicalización de sus orígenes.
Por fortuna, el cristianismo liquidó hace mucho la Inquisición y ni incita al odio a los no creyentes ni persigue a nadie para imponer sus creencias. El judaísmo conserva vestigios doctrinales puritanos y viejos hábitos en comunidades muy localizadas que tampoco se meten con nadie. En el ámbito del Islam, en cambio, crece el takfirismo, el principio que propugna la muerte de todos los infieles, incluidos los musulmanes no suníes, siguiendo al pie de la letra el Corán, cuya Sura 9.5 exige al buen musulmán que nos convierta y someta a sus normas. Y si no... (textualmente): "lucha y asesina a los infieles, allí donde los encuentres captúralos, rodéalos, miente y espéralos con cualquier estratagema". Estos fanáticos, por desgracia, se mueven con la irresponsable complicidad, explícita u oportunista, de quienes se niegan a ver la amenaza so pretexto de progresía e igualitarismo.