Si es que nos dejan los sucesos, los absurdos acontecimientos en medio mundo, la desfachatez de los políticos y ese pequeño ser arrojado a la playa por cerrar los ojos y los oídos a los problemas importantes, ya que suceden lejos de aquí y son otros los que han de solucionarlos. Pero sí, podremos ?con r para no herir susceptibilidades- porque en algunas ocasiones huir por unos días de la cruda realidad nos puede hacer más fuertes. Allá vamos, pues, a encarar las fiestas de Santa María de la Vega con ilusión, que ocho días no es nada, que feliz la mirada? Tendremos tiempo de aburrirnos después, hasta las Navidades, que estamos de elecciones para no variar.
Y ahí está, desde la tarde del jueves la estrella de las fiestas: las casetas de la caña y el pincho, la reunión de los amigos, cita ineludible para el encuentro en las calles; unas construcciones, en ocasiones chamizos, cada una de su estilo, mal pintadas y algunas colocadas en lugares impropios, como en su día denunciábamos de aquellas que se instalaban en la calle de la Compañía. Y decimos chamizos por que muchas son horrendas, están desvencijadas y se caen los techos; porque hemos perdido doce meses desde las ferias de 2014 para renovarlas un poco, aunque sólo fuera por respeto a cuantos nos visitan y porque a su alrededor la zona semeja un viejo y sucio almacén descolocado. Impropias algunas casetas para una ciudad como la nuestra, e impropias algunos lugares de ubicación. Pese a ello, me gustan las casetas, lo mejor de un programa de fiestas con poca imaginación.
Como las colocadas en la Rúa, una vía atestada de cachivaches y que termina por estas fechas de llenarse para hacer imposible caminar hacia el casco histórico.
Y es un lugar impropio por muchas razones, aunque con un simple vistazo cualquiera puede darse cuenta de que eso es así; y porque nunca desde el Ayuntamiento ha tenido en cuenta o escuchado a los vecinos, que durante quince días tendrán que irse de casa. Tampoco se escucha a los comerciantes, ni piensan en los turistas, sorprendidos la otra mañana ante un desbarajuste de mucha categoría y de difícil justificación. Lugar impropio, pues, y si es verdad que han tenido que desmontar de prisa y corriendo los andamios para la rehabilitación de la Casa de las Conchas, suspenso y cachete, ediles. No obstante, solaz, recreo y a pasarlo bien.