OPINIóN
Actualizado 06/09/2015
Aniano Gago

 Cuando se está vacaciones nada es como parece. De vacaciones nos proponemos ser felices y la primera premisa es olvidar los problemas. "Que no me hablen de la crisis, del paro, de Montoro, de los "eres" de Andalucía o de otras corrupciones", suele decir cualquier ciudadano necesitado de optimismo. "Ni siquiera de Jordi Pujol y su familia", aunque eso sea muy cómico, a la vez que trágico, claro. El ciudadano necesita en vacaciones tener la cabeza clara, limpia y desconectada, que ya empezará de nuevo el curso y volverán otra vez las "oscuras golondrinas".


  Es lógico y natural; el "homo sapiens" está cansado, aburrido, hundido, de tener que soportar tantos problemas. Y es que la vida es eso: un continuo trabajo para solucionar problemas. Podríamos decir que la vida es un espacio de tiempo entre dos líneas imaginarias donde lo único que hay son obstáculos que hay que ir sorteando, empezando por las enfermedades y terminando por aguantar a gobernantes trapaceros que en lugar de dedicarse a facilitarnos la vida a quienes les votamos se entregan con fruición a vender burras o a convencernos de que la culpa de lo que pasa siempre la tiene otro.


   Los nacionalistas/independentistas de Cataluña consideran que los problemas que tienen sus ciudadanos está causada por el resto de España, los nacionalistas/españolistas (de Madrid-del resto de España) aseguran que esas culpas corresponden a los independentistas catalanes y vascos, los castellanos y leoneses creen que sus males proceden de 1521 tras la derrota de los Comuneros en Villalar, todos los españoles (catalanes y vascos incluidos) están seguros que nuestros desastres vienen provocados por haber tenido unos reyes más dedicados a la caza que preocupados por el común, los reyes le echan la culpa a los gobiernos, los gobiernos al pueblo ingobernable, el pueblo ingobernable a la Iglesia y a todos los políticos, los trabajadores a los empresarios, los empresarios a los sindicatos, los sindicatos a los políticos y a la patronal, los médicos a los hospitales, los enfermos a los médicos, los periodistas a sus empresas (de comunicación), éstas a los políticos (que les presionan),?y así sucesivamente.


  Aquí nadie tiene culpa de nada. No nos vemos reflejados en los fracasos y la crisis la han creado otros. Nadie asume que gastó más de la cuenta, que no protestamos como debiéramos por cosas inverosímiles que hacen los políticos, que estamos dispuestos a formar parte del entramado, que aceptamos desde hace siglos la corrupción como si nada, que somos ciudadanos pasivos? Aquí nadie es culpable de nada, por eso inventamos eso de que "la culpa la tiene Juan Pandero".


Casi todos, muchos, la mayoría, hemos vuelto ya de las vacaciones. Y no nos queda más remedio que volver a la realidad. O sea, que nada de mirar para otro lado y dedicarse sólo a tomar cañas mirando al mar. Se acabó: las vacaciones duran lo que duran y no hay otra que regresar al pasado, es decir, volver a levantarse temprano para empezar a sortear los mojones que nos ponen en medio del camino los enemigos. Que hay que volver a llegar a final de mes a base de quiebros y requiebros.


  No se trata de ser un pesimista recalcitrante, un agorero incapaz de curar los males pasando un huevo por la espalda, como Jordi Pujol, a todo el ciudadano con problemas, sino de recordar eso de "memento mori", o sea, que hay que recordar que vamos a morir, antes o después, pero que mientras tanto vivimos en un purgatorio de país donde es imposible la felicidad completa y eterna.


Esto, asumámoslo de una vez, es España, y esto no lo cambia ni la madre que la parió. O sea, que los catalanes seguirán dando su murga eterna de independentismo, la crisis continuará como una guadaña, Montoro no va a ser cesado por Rajoy de inmediato, Andalucía seguirá su camino para ser considerada una nueva Sicilia (sin vendetas de sangre, eso sí), aparecerán nuevos Bárcenas y Pujoles, el Atlético de Madrid seguirá siendo el Pupas, Messi volverá por sus fueros, aunque el Real Madrid lo ganará todo, en Castilla y León volverá a reaparecer el desaparecido Juan Vicente Herrera y los trabajadores volverán a ser mileuristas (dentro un siglo).

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