OPINIóN
Actualizado 06/09/2015
Carlos Javier Salgado

Está copando en las ultimas semanas la actualidad de los informativos europeos lo que han venido en denominar "crisis migratoria", que no es sino la llegada a la Unión Europea de miles de personas que huyen de sus países en guerra en Oriente Medio, principalmente en Siria, donde el conflicto bélico entre las fuerzas gubernamentales de Al Assad y las yihadistas radicales se está cobrando miles de vidas.

En Europa, pese a que debería aterrorizarnos más el horror que supone la guerra, con una innumerable pérdida de vidas humanas y el destrozo de millares de hogares, parece que solo nos preocupa que una de las consecuencias de dichos conflictos (la búsqueda de una vida fuera del horror de la guerra por parte de miles de refugiados) no enturbie el tranquilo devenir de nuestra mercantilizada sociedad occidental.

Hemos asistido con estupor estos días a duras noticias, a muertes por naufragio en el Mediterráneo en la búsqueda de llegar a tierras griegas, a decenas de muertos por asfixia dentro de un camión en la frontera entre Hungría y Austria, o al encuentro de una veintena de jóvenes afganos ocultos en un camión con las puertas soldadas, sin apenas aire. De hecho, incluso se han llegado a reproducir estafas a los propios refugiados sirios, iraquíes y afganos, a quienes se les vendían billetes de tren con destino a Alemania en Budapest pero posteriormente se les negaba la posibilidad de subir a los vagones.

Resulta difícil de imaginar los horrores que han debido de ver todas esas personas para lanzarse a un viaje marcado por una incertidumbre total, a vida o muerte. No obstante, una vez perdidas sus casas y en pleno frente de guerra, no resulta extraño que prefieran intentar buscar una mínima oportunidad de tener futuro en Europa en lugar de exponerse a continuar en Siria o Irak sin hogar, sin trabajo y con la amenaza constante de convertirse en una victima más del fuego cruzado de la guerra.

La actitud de occidente, en todo caso, ha favorecido el desarrollo de la guerra siria. En un principio, los países de la OTAN se postularon apoyando a los que consideraban rebeldes contrarios a Al-Assad, y nuestros medios de comunicación hablaron de "democracia", "levantamiento popular" o "libertad", mientras que el gobierno sirio alertaba de los vínculos que dichas milicias armadas poseían con el yihadismo. EEUU no dudó en apoyar dicho levantamiento contra un gobierno, el sirio, que le era incómodo por sus estrechas relaciones con Rusia, China o Irán. Este hecho desembocó en la imposibilidad por parte del ejército sirio de sofocar la revuelta, llevando a una guerra civil que está durando demasiado tiempo. Con el transcurrir de este conflicto, las partes han dejado ver mejor sus posicionamientos y los rebeldes contrarios a Al-Assad se han integrado dentro del autodenominado Estado Islámico, que ha destruido en la zona que tiene ocupada en el este de Siria un impagable legado patrimonial, como buena parte de la antigua ciudad romana de Palmira, declarada Patrimonio de la Humanidad, a lo que habría que añadir la crueldad con que está tratando a aquellos que quedan bajo su tutela, asesinados de las formas más crueles imaginables por no plegarse a su integrismo.

La actitud de Turquía en este conflicto tampoco ha favorecido el final del conflicto, ya que, en su empeño por combatir a la guerrilla kurda del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), ha estado combatiendo y lastrando la fuerza de ésta, una de las partes que ha tenido una posición más firme y fuerte contra el yihadismo en el norte iraquí. Asimismo, se han desvelado una serie de vínculos del autodenominado Estado Islámico con países como Kuwait o Arabia Saudí, tradicionales aliados de occidente, que habrían estado financiando dicho integrismo religioso.

 

...hemos de aprender a ser solidarios con quien no tiene nada, al fin y al cabo todos somos parte integrante de esta gran patria que es la humanidad.

 

Más recientemente, EEUU y Turquía han acabado reculando y se han integrado en una coalición internacional para combatir el yihadismo en Irak y Siria, si bien a ésta se le está acusando desde el gobierno de Al-Assad de falta de determinación en su lucha, dejando entrever que podrían hacer mucho más de lo que están haciendo. Esta acusación parece estar bastante fundamentada en el caso de Turquía, pues sus combates más que contra el yihadismo se están centrando contra el PKK, que precisamente está combatiendo a los integristas, lo que hace dudar de la vacilante actitud de este país.

En todo caso, el problema para los países europeos está girando en qué hacer con un contingente tan numeroso de refugiados. La mayoría de ellos quiere ir a Alemania, al considerar que es en dicho país donde se les puede ofrecer una salida laboral que les permita empezar una nueva vida, si bien al ser un problema global de la UE se está hablando de cuotas, de repartir los refugiados por países en proporción a la población de cada Estado, hecho al que desde el sur europeo se pide que se le añada el factor de la tasa de paro, más elevada en los países mediterráneos.

De lo que no parece caber duda es que hay que hacer un esfuerzo solidario con aquellos que lo han perdido todo por una guerra que les ha venido impuesta, pues no han sido ellos los que la han provocado. Nadie duda de que para nuestros países o, mejor dicho, para nosotros como ciudadanos, aún azotados por la crisis, supone un esfuerzo, pero hemos de aprender a ser solidarios con quien no tiene nada, al fin y al cabo todos somos parte integrante de esta gran patria que es la humanidad.

Por otro lado, cabe recordar que la propia Siria ha estado acogiendo en su seno un importante número de refugiados (cerca de millón y medio de iraquíes que huían de las barbaries de Estado Islámico, a los que se sumaría el medio millón de refugiados palestinos a los que viene dando acogida este país). Quizá sea hora de que a Siria se le devuelva la solidaridad que ha tenido con los refugiados de sus países vecinos, y de que los países de la OTAN ayudemos a aquellos procedentes de Oriente Medio, donde hemos provocado varios conflictos bélicos en las últimas décadas, como las dos guerras de Afganistán o la de Irak, a las que se podría añadir el colonialismo británico en esta zona desde la Primera Guerra Mundial o la Guerra del Golfo. En todo caso, nunca se sabe cuando podemos ser nosotros los que huyamos de la guerra y, como dice el dicho, "hoy por ti, mañana por mí".

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