OPINIóN
Actualizado 06/09/2015
José Luis Zarza

Nunca volveré a Salamanca. Aún así, tengo la sensación de que siempre he estado de camino hacia ese lugar. En secreto. (Henning Mankell)

El 5 de febrero del año pasado escribí en este diario el anuncio que hizo Mankell sobre su cáncer de pulmón y de cuello. Se lo habían detectado en los primeros días de enero de 2014 y nos manifestó su decisión de contarnos sus sentimientos ante el cáncer  y escribir esta historia tal y como es, acerca de la difícil batalla que siempre es, pero voy a escribir desde la perspectiva de la vida, no de la muerte; fruto de esa decisión suya de contarnos sus vivencias, ha aparecido en este mes de septiembre su obra "ARENAS MOVEDIZAS", publicada por Tusquets, editor de todas sus obras.

He leído con atención su relato, que, como nos anunció, está escrito desde la perspectiva de la vida y así nos adentramos en una especie de autobiografía, no al uso, que nos va desgranando, sin ningún orden que no sea el de los recuerdos, las vicisitudes de su existencia interpretadas por el autor a través de pequeños relatos y reflexiones. De entre éstos me ha llamado la atención su viaje a Salamanca, pues ignoraba que hubiera venido por esta ciudad. Estuvo dos días durante el verano de 1985 procedente del Algarve portugués y nos cuenta dos relatos que no tienen ninguna implicación con la ciudad, es decir podrían ser perfectamente de cualquier otra, sin embargo hay algo que "enhechiza la voluntad de volver", si bien manifiesta que nunca volveré a Salamanca. Aún así, tengo la sensación de que siempre he estado de camino hacia ese lugar. En secreto.  

Kurt Wallander resolvió varios casos de asesinatos en los que se manifestaban los temores soterrados de Henning Mankell, el ser engullido por arenas movedizas era uno de ellos, otro que se rompiera el hielo bajo sus pies y ya no pudiera salir del lago helado, ambos reiteradamente narrados en sus obras. Hoy ha reflejado esos temores pero ha sido capaz de sobreponerse a la noticia del cáncer que le tortura, a diferencia de Wallander que se deja llevar del sentimentalismo y de la depresión. 

"Arenas movedizas" es un canto a la existencia, aunque en el fondo es un aferrarse al pasado para poder sobrevivir a la terrible noticia de su enfermedad, pues la identidad se va formando cuando nos atrevemos a adoptar una postura determinada ante cuestiones complejas. Evidentemente la muerte es una de ellas.

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