María siempre nos tiene que acercar a Jesús. El cardenal Suenens contaba una anécdota vivida por él, en el XIII congreso mariológico internacional de Zagreb (Yugoslavia) en 1971. "Como primado de Bélgica, muchas veces tengo que acompañar a los reyes Balduino y Fabiola y, a veces, las gentes aclaman a la reina, aunque ella no asista al acto. Y , entonces, pregunto a los que vitorean:
- "¿Por qué gritáis ¡Viva la reina!, si ella no está y no os puede oír y es extranjera".
Y el pueblo me contesta:
- Gritamos: "Viva la reina" porque eso es lo que agrada al rey, porque de ese modo, ganamos el corazón de nuestro rey".
María es la representación y síntesis del Pueblo Escogido, la Hija de Sión. Ella" es el comienzo de una nueva etapa: la de la Iglesia de Jesús, en su caminar hacia la Parusía al fin de los siglos". María está con nosotros, nos acompaña en nuestro caminar, y ella tiene que ocupar, según decía A. Bostio, el primer lugar en nuestra mente y en nuestro corazón .
La presencia de María estará presente en la vida de santa Teresa, desde la infancia hasta la hora de su muerte. .
En la vida de santa Teresa y san Juan, la Virgen María fue sobre todo "Madre", Maestra, Protectora y Señora de la Orden, convertida en un alarde de intimidad en la Hermana Mayor de todos los Carmelitas Descalzos ya que somos la orden de "los hermanos y hermanas de la bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo".
Vivir el día a día, teniéndola presente, codeándose con ella como uno más de la familia, es lo que hace tan especial el clima mariano del Carmelo. Si algo cabe reseñar es la nota de la intimidad con que los carmelitas viven cada día la convivencia con María. No es tanto la Señora de los atributos grandilocuentes, es una más, (gesto teresiano representado en sentar la imagen en la silla prioral) que ayuda, acompaña, y gobierna cada comunidad. Es una devoción, espontánea, como las flores silvestres, y deliciosamente sencilla como esas mismas flores. Ahí está el secreto distintivo del Carmelo, en que su Reina y Madre y Patrona, es también una hermana más entre ellos.
Santa Teresa recibió la devoción a María en su familia y en la Orden del Carmen. Ella tuvo la suerte de tener unos padres cristianos, "padres virtuosos y temerosos de Dios", quienes criaron a sus hijos en un ambiente cristiano, lleno de ternura y bondad. La madre, sencilla y de gran honestidad, entregó toda su energía, tiempo, amor y cuidado para que su hija creciese y despertase en el amor a la Virgen y así la hacía rezar el rosario y otras devociones.
La Virgen aparece en sus escritos entre los recuerdos más importantes de la niñez de Teresa; es el recuerdo de la devoción que su madre Doña Beatriz le inculcaba y que ejercitaba con el rezo del Santo Rosario. Cuando murió Dña. Beatriz, su hija, afligida, se presentó ante una imagen de Nuestra Señora y la pidió que fuera su madre.
Y María, quien había aceptado el encargo de Jesús de que fuera madre de toda la humanidad en la persona de Juan, acogió aquella niña como hija. Desde entonces Teresa puso los ojos en la Madre y de ella aprendió a vivir en fe, en docilidad a la Palabra de Dios, en humildad, en caridad solícita.
María, modelo y madre de la vida espiritual. María es la primera cristiana, la discípula del Señor, la seguidora de Cristo hasta el pie de la Cruz. Es el modelo de una contemplación centrada en la Sacratísima Humanidad .
Al celebrar en estos días las fiestas en honor de La Virgen de la Vega, es bueno recordar siempre el mandato de la virgen: "haced lo que Él os diga".