En la crónica del siglo XXI no puede faltar un hecho que, por otra parte, es de todos los tiempos desde el principio de la humanidad: las migraciones. Las de épocas prehistóricas tuvieron causas difíciles de determinar. Pero siempre la última causa es la supervivencia.
En las sociedades establecidas y más o menos organizadas se definen por los momentos de crisis de esas sociedades.
La decadencia del Imperio Romano tuvo como consecuencia la llegada a sus territorios del sur de Europa y el entorno Mediterráneo de los pueblos que los mismos romanos llamaron "Bárbaros", que no significaba más que extranjeros o inmigrantes. En este principio del siglo XXI ¿estaremos asistiendo a una crisis cuyos resultados son las migraciones, que vemos diariamente en las pantallas de televisión?
¿Estaremos en el principio del derrumbamiento de la civilización Occidental, y más en concreto de Europa, que pierde a pasos agigantados sus señas de identidad?
Vemos que está siendo invadida por otros pueblos también en situación crítica a causa de las guerras y otras calamidades de esos países. Las migraciones siempre se han realizado en medio de tensiones y luchas. Unos quieren avanzar y otros se lo impiden. En medio está el mar, las fronteras, los muros, las alambradas? Y de uno y otro lado los que quieren llegar al paraíso imaginado o anhelado y los que no quieren compartirlo o perderlo. Hoy el lado trágico de las migraciones podemos verlo en directo por la televisión. Y llegamos a insensibilizarnos. Los barcos que naufragan, los muertos hacinados en las bodegas de los mismos, o en los camiones que aparcan al borde la autopista: trasportaban seres humanos que habían pagado hasta 35 mil euros por un viaje hacia la muerte. Un terrible Reality Show.