OPINIóN
Actualizado 03/09/2015
Rosa García

En líneas generales, pero en especial en el periodo veraniego, se usa y abusa de la naturaleza confundiéndola con un parque de atracciones. Los urbanitas y los domingueros con aspiraciones ecologistas programan sus escapadas campestres como si fueran a echar el día en Port Aventura. La diferencia sustancial es que en el campo no hay papeleras, ni señalizaciones, ni restaurantes de comida basura, ni retretes, ni un ejército de barrenderos vigilando que todo siga en su sitio.

Si rompes una rama por que "me estorba", la rama morirá y quizás dañes a toda la planta. Si aplastas una seta, la seta, por suerte no el hongo, morirá. Si tienes la osadía de lavar con jabón la tartera en ese reguero tan limpio, el reguero se contaminará. Y esto por no hablar de ese plastiquito que se te calló "bueno, que más da, no pasa nada", ni de las piedras que remueves para ver los bichejos que viven, vivían?, debajo, o de los animalitos que cazas para llevar a casa y que irremediablemente  morirán en el trayecto.

Si haces alguna de estas cosas u otras similares, no vayas presumiendo de ecologista.

El planeta es el lugar donde vivimos junto con otros millones de especies que estaban antes que nosotros. Es una cuestión de respeto.

Y si te crees una especie superior, plantéatelo como una cuestión de buena educación. ¿Te imaginas que un manada de lobos fuera a tu casa a revolverte los cajones, defecar en tu alfombra, dejar esparcidos por tu jardín los restos de un banquete, y llevarse a tu hijo pequeño como mascota? Pues eso.

La próxima vez que vayas al campo QUE NO SE NOTE QUE HA ESTADO ALLÍ. 

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