Cae la tarde,
música para el silencio de la ciudad,
aire que recibo,
en el espacio,
en el que camino
que me lleva al manantial secreto
donde la luz y la piedra
son cercos invisibles de la vida.
Un sentimiento de nubes grises
de horas grises evoca la llegada del tiempo de las lluvias,
pasado el esplendor de los días azules
que viven en la memoria
del verano que pasa.
En el recuerdo el tiempo que pasa sutil
entre las imágenes de los días
de la luz que acompasa nuestras vidas.
La metáfora de la ciudad se hace visible
cuando el sol languidece en estos días
y queda la vida
como queda la luz
y los mensajes de la tierra en su giro oculto.
La ciudad, como la vida,
se escribe, cada día, en sus muros
y en cuadernos de notas de los poetas
y cada cual lleva su ciudad en el corazón,
porque hay muchas ciudades dentro de una ciudad
y nunca conoceremos todas,
ciudad de luz,
ciudad interior,
ciudad de cristal
ciudad aérea,
ciudad de las letras
ciudad subterránea y oculta
ciudad del día y ciudad de la noche
ciudad invisible de personas invisibles,
y todas tienen su música que evoca su existencia
y también su palabra.
El tiempo hace de la ciudad una sinfonía
en ella cada uno escribimos nuestra melodía
en el papel pautado de la vida.