OPINIóN
Actualizado 01/09/2015
Francisco Delgado

Cada año la vuelta de las vacaciones es similar a la de los años anteriores y a la vez distinta. Es una de las positivas características de la vida, que todo (a pesar frecuentemente de nuestros deseos) cambia. La vuelta a Salamanca está llena de luces y de sombras, como casi todo en nuestra existencia. Los magníficos fotógrafos y poetas de este periódico nos muestran cada día la  belleza de esta ciudad y de su provincia; no se la inventan, la captan como solo el arte la puede captar. Está  aquí, a nuestro lado. Como están los amigos que valoramos, los acontecimientos culturales, musicales, literarios, festivos que la ciudad nos va a proporcionar a lo largo del año.

   Pero están también las sombras. Mozart le dijo una vez a un amigo, que su vida "había transcurrido entre el miedo y la esperanza". Palabras precisas para expresar el doble sentimiento que genera a gran parte de la población española el momento político actual de nuestro país. Al autor de estas líneas también.

Antes de un mes Cataluña habrá expresado claramente si su deseo de independencia de  España es mayoritario o no. Es uno de los graves problemas sin resolver que tiene España, que nos afecta, en mayor o menor medida, a todos los españoles. De este complejísimo asunto sólo quiero destacar una obviedad, que queda oscurecida, como siempre, por el continuo griterío partidista del partido del gobierno: no es ni mucho menos casual, que el deseo independentista catalán se haya agudizado en los últimos cuatro años. La política sin diálogos válidos del partido popular ha contribuido significativamente a ello.

Y dentro de tres meses están convocadas las elecciones generales. Nuestro país es enormemente atípico en cómo se vive el día a día de la política, si lo comparamos con los demás países europeos.

Por una parte existe ese aproximadamente 30 % de población "despolitizada", o sin información mínima sobre lo que ocurre a su alrededor, que solo se "informa" por las televisiones carentes de objetividad, y el resto de la población que en las últimas décadas vive obsesivamente la política (en el sentido pasional y poco práctico del programa de La Sexta, La Sexta Noche) . Esto da a los asuntos políticos un carácter machacón, rígido, plagado de continuos e ingenuos  mensajes y consignas. Resumiendo: "¡qué aburrimiento de política, nos esperan los próximos meses!", como me decía un amigo sensible a lo que ocurre en su entorno.

Entre el miedo y la esperanza: miedo al continuo retorno de la vacía rigidez de los mismos gobernantes, esperanza de cambios futuros auténticos, con valentía ante lo nuevo, ante la justicia y la libertad.   

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