De nuevo la tristeza como un fardo pesando entre mis ojos. Ya se han ido. La soledad veloz que se las lleva desordenó la luz de la arboleda. El sol hunde su olvido en los hinojos. La ausencia es un erizo, un lento adiós. Grietas de nubes, álamos que rezan. De nuevo, como un fardo, la tristeza pesando en mí, apuntalando ruinas, las puertas del silencio en mi interior.