OPINIóN
Actualizado 31/08/2015
Jesús Garrote

Hoy hemos tenido que ir a buscar a un niño de doce años adoptado a su casa. La muy buena madre no podía más por las agresiones y la violencia insostenible.

Este niño adoptado había sufrido en su país múltiples vejaciones. La madre lo ha llevado a psicólogos, a la playa, le ha apoyado en estudios, ha hecho lo imposible por él, de hecho aunque haya tenido que llamar al 112 no lo ha querido denunciar, es una madre heroica, pero que está soltera y no puede controlar los arrebatos de un niño, que por su condición ya ha comenzado a ser rechazado en los colegios en los  que ha estado y lo han atendido con mucho mimo los tutores.

Nosotros lo hemos ido a buscar a casa porque la madre no  lo podía convencer y con otros chicos para que fuera menos traumático lo hemos traído con toda naturalidad. Al principio tiene que tener un seguimiento de veinticuatro horas para evitar fugas, autoagresiones o daños a otros. A la vez usamos con él un modelo constructivista sistémico y centrado en soluciones, redefiniendo conductas y deconstruyendo algunos pensamientos. Debemos ayudarle a redefinir sus sueños y recuperar la ternura.

Para eso vamos a empezar un aula alternativa que lo oriente hacia la Formación Profesional Básica, en soldadura, mecánica, cocina, etc.

Tiene que estudiar mucho para aumentar su capacidad de pensar y le tenemos que ofrecer aficiones sanas de niño para que se ilusione.

Por eso cuando haga las cosas bien iremos al acuopolis, a los cars, a montar a caballo, etc. Tenemos también la escuela de circo para que tenga experiencias de éxito y pueda llamar la atención por algo bueno.

No sabemos el resultado pero la experiencia de muchos años  es buena, no sin prevenciones de recaída. No trabajamos con máquinas con lo que será difícil para la madre, para nosotros, para el chico y para los vecinos. Todo mundo opinará y nos acusarán de todo, aunque nuestra apuesta sea sin represión, sin guardias de seguridad y con una educación a pleno tiempo.

Nos acusarán de mimar a delincuentes, pera la mayoría vienen del maltrato, o la mala educación y las perniciosas modas sociales. Somos muy exigentes con los menores para compensar su retraso escolar y buscar la emancipación e integración social real sin necesidad de ayudas a cambio de nada.

Yo no estoy de acuerdo con las ayudas mínimas que se dan a personas de la exclusión social sin exigir a cambio una formación real o una prestación real a la sociedad en alguna disciplina desde desbrozar contra incendios, a ayudar ancianos sólos, etc.

Yo creo en el potencial inmenso de las personas, no en la compra de votos y las vidas artificiales e imposibles de autogestionar por las dependencias que generan, a las drogas, al alcohol, al sexo aunque sea por la fuerza, etc. La sociedad necesita ideales, espiritualidad y aprender a querernos poniéndonos en el lugar del otro.

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