OPINIóN
Actualizado 30/08/2015
Ángel de Arriba Sánchez

Luz que como de bombilla de 60, nos pone en la mañana la tormenta inesperada. 

Candil del agua añorada, alumbre del agosto tardío.

Pues a las nueve de esta mañana, cuando bicicleteaba por la antigua vía férrea entre Carbajosa de la Sagrada y Alba de Tormes hoy convertida, acertadamente ,en una vía verde para caminantes y ciclistas, me cogió el chaparrón.

Y, ¿Qué hiciste tú?, me pregunta el otro como si le interesase la cosa.

Pues nada -respondo- que me dio por cantar aquello  que tantas veces cantara; lo del bueno de Pablo Guerrero:

... Estamos amasados con libertad, muchacha,
pero ¿quién nos ata?
Ten tu barro dispuesto, elegido tu sitio
preparada tu marcha.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.

Ellos seguirán dormidos
en sus cuentas corrientes de seguridad.
Planearán vender la vida y la muerte y la paz.
¿Le pongo diez metros, en cómodos plazos, de felicidad?
Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte sin bioenzimas, claro,
limpiará nuestra casa.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.

 

Y empapadito, y afónico, entraba en mi querida Alba de Tormes. Pero, oye, tú, al que no le interesaba esto: ¡tremendamente dichoso!

 

Se nos va agosto, y en septiembre..., pues eso: que nos llueva A Cántaros por estos días de tanta sequía, y erial patrio...




Fotos: Entrando en Alba de Tormes, mañana del domingo 30 de agosto de 2015.

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