Era el señor Lucas un socialista de los de "toda la vida". Pasada la dictadura entendió que quienes habían dado amor y pan a sus hijos con el sudor de su frente debían denominarse así y él, consecuente y serio, así lo hacía. Tenía el Ducados cerca, manos adictas al trabajo y no se ponía corbata ni en las bodas. Entendía la política como la entiende la buena gente que ve con sus propios ojos y nadie se lo niega el abuso de los pocos, no por casualidad tan ricos, a los muchos, no por azar más pobres.
Yo, su nieta, no puedo por menos que proteger su recuerdo en mi memoria, el sentimiento común que bajo esa "etiqueta" acuna a veces a la gente de mi tierra queriendo amalgamar lo que no dicen de otro modo: que somos las de abajo, que nuestro esfuerzo se lo llevan otros, que en nuestra cara, dice mi gente, se lo están llevando a manos llenas.
Les protejo de la traición del PSOE que con ánimo voraz se cree dueño de esta generosidad sencilla. Les protejo del dolor al que les abocará ver en nombre del socialismo a Jordi Sevilla en su ronda de visitas a presidentes y consejeros delegados del IBEX 35. Que no cunda el pánico en las Bolsas, no es a la gente a la que vemos, les dicen, socialismo para el PSOE es ver números bailar en pantallas que nos sobrevuelan.
Les protejo de la traición de verse convertidos en producto. Liderados sin líder por el accionista de Repsol que nunca comprenderá que sólo la gente es la bandera.
Protegemos a nuestra gente de su indecedencia y su soberbia, de las María Teresas Fernández de la Vega salvando Áfricas con Florentinos Pérez, Anas Botines y Estheres Koplowitzs en patronatos sordos y ciegos que no ven relación alguna entre los privilegios, la desigualdad y la miseria.
Protegemos a nuestra gente y abrazamos la verdad que sigue intacta: que nos sabemos dignos, con la alegría de cambiarlo todo, poderosos por sabernos muchos y que desde hace demasiado tiempo el PSOE traicionó ese "socialismo" que se escuchaba en casa.
El señor Lucas estaría, por amor a sus nietos, "donde estuvieran los buenos" y la buena gente de mi tierra ha aprendido muy bien lo que se esconde detrás de las puertas giratorias, los mentideros del IBEX y las sonrisas de marketing Profiden (ya ni puños con rosa) envueltitas en corbatas, camufladas en banderas.