OPINIóN
Actualizado 28/08/2015
Luis Frayle Delgado

La palabrita es onomatopéyica. Al pronunciarla se oye hasta el ruido de la succión; y se puede ver una imagen: el político o el banquero de turno, que suelen estar cerca o pueden ser un híbrido de ambos, agarrados a las ubres del  poder y del dinero y chupando, mamando. Porque la palabra tiene raíz latina. "mamma", mamas, ubres, tetas. Y mira por cuanto la palabra latina derivada "mammona" significa riqueza o dinero. Las mamas del género hembra son siempre un par, o al menos dos apéndices de los que se  succiona la leche y simbolizan muy bien el poder y el dinero que extrae el que chupa.

La palabra se usaba en mi pueblo, pero yo la había olvidado hasta que la pronunció una señora política de nombre Esperanza y de apellido Aguirre, que por cierto debe conocer bien su significado real porque se mueve en esos medios. La palabra puede ponerse de moda, aunque su plasmación en la vida real es tan antigua como el hombre, que ha considerado siempre el  poder y el dinero como las  mamas de donde se puede chupar algo que llaman felicidad; o por emplear términos más de andar por casa, o por el jardín del chalet con piscina, a pie o en bici, jugando al golf o tomándose un güisqui con los amigos y colegas, diríamos mejor la buena vida. A la mamandurria la llaman hoy corrupción, que, por cierto es abundante y aquí se mide en euros. Pero, sin duda, es mucho más sonora la palabra mamandurria.

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